El quiste óseo simple supone un 3% de todas las lesiones primarias del hueso.
Se trata de un quiste benigno unilocular o parcialmente septado de etiología discutida ,
si bien parece estar en relación con un trastorno local del crecimiento secundario a la obstrucción del drenaje intersticial.
El 80 % de casos sucede en primeras dos décadas,
con predominancia hombre: mujer de 2:1
Radiológicamente se caracteriza por ser una lesión radiolucente bien definida,
geográfica,
con estrecha zona de transición,
en posición central,
sin margen escleroso,
que expande,
sin reacción perióstica a menos que se produzca fractura (complicación más frecuente,
signo del fragmento caído) y sin sobrepasar el platillo de crecimiento,
a diferencia del quiste óseo aneurismático.
Con el crecimiento óseo la lesión presenta migración hacia la diáfisis.
(Fig 1)
Se origina en las metáfisis,
adyacente a la fisis de húmero (50% de los casos) y fémur proximal (25%) del esqueleto en desarrollo.
Menos frecuentemente se situa en ileon,
tibia proximal,
peroné,
calcáneo,
costillas,
escápula,
rótula,
radio,
cúbito,
metacarpianos y metatarsianos,
habitualmente en grupos de mayor edad. Lesiones grandes o con evidencia de septos son factores de mala respuesta al tratamiento.
(Fig 3 y 4)
Su síntomatología suele venir asociada a la presencia de fracura patológica,
más habitual en aquellas lesiones que afectan a más del 85% del hueso en plano transversal.
En este sentido se describe el signo del " fragmento caído”,
que se refiere al desplazamiento de fragmento de hueso cortical roto dentro del quiste o del signo de la "escotilla",
en la cual el fragmento se encuentra unido al periostio y se dobla hacia el interior. Estos signos ayudan en el diagnóstico diferencial con quiste óseo aneurismático,
displasia fibrosa,
fibroma no osificante y encondroma en los cuales está ausente. (Fig 2)
La afectación es diafisaria en 4-12%.( Fig 10)
La afectación epifisaria sucede en grupos de mayor edad,
con menor proporción de varones,
mayor ratio humero/femur y peor pronóstico (retardo del crecimiento y mayor tasa de recurrencia).
La extension epifisaria pueden producir daño fisario,
bien por erosión directa de la placa de crecimiento como por fracturas patológicas que conduzcan al cierre fisario precoz.(Fig 4 a 10)
La localización epifisaria de los mismos supone un hallazgo radiológico no habitual que dificultan el diagnóstico diferencial,
alcanzandose el mismo en ocasiones con estudio anatomopatológico.
En las lesiones atípicas puede recurrirse al TAC o la RM que muestra una señal de líquido.
Encontramos escasa literatura que revise los QOS epifisarios.
Campana et al describen tan solo 12 casos en series de 607 QOS con origen epifisario o afectación epifisaria a través del platillo fisario roto,
siendo por tanto una entidad inusual.
Malawer et al refieren que los QOS de localización epifisaria deben ser considerados una entidad clínica diferente al QOS clásico por su aparición en un grupo de mayor edad,
con evolución menos agresiva y menor tasas de recurrencia
Ovadia et al describe que el hueso más frecuentemente afecto es el húmero proximal seguido del femur.
La penetración en la región epifisaria tuvo lugar en la porción central de la fisis en su mayoría,
asociandose con cierre fisario medial,
varización de la cabeza humeral y acortamiento de la extremidad.
A diferencia de otros autore,
asegura que la afectación fisaria puede no ser tan inusual como se describe en la literatura al ser infradiagnósticada en la radiología simple siendo este factor solventado con el empleo dela RM.
Asimismo,
comenta que si bien el retardo en el crecimiento y la alteración en desarrollo de la fisis en QOS puede justificarse como secundario a curetaje o fracturas previas,
en su experiencia,
los QOS de localización epifisaria deberían ser considerados un grupo más agresivo,
ya que sería el propio quiste quién conduciría a lesión fisaria central y presentaría mayór tasas de deformidades.
La causa de la afectación epifisaria no estaría clara.
La fisis abierta actuaría como barrera para la expansión proximal del mismo. Si bien un incremento en la presión del quiste erosionaría teóricamente el platillo fisario,
según los autores no es un elemento determinante dado que la mayoría de los quistes activos no presentan invasión epifisaria.
Postulan algún mecanismo de compromiso de la vascularización epifisaria como un factor asociado.