ANATOMÍA NORMAL
Pericardio
El pericardio está constituido por dos capas: una capa fibrosa (externa) y otra capa serosa (interna).
La capa serosa discurre unida a la capa fibrosa hasta dos o tres centímetros por encima de la raíz de la aorta y las venas pulmonares,
donde se separa de la capa fibrosa y se repliega sobre sí misma para cubrir parte de los vasos pulmonares,
de la aorta y el corazón y la grasa epicárdica.
Por tanto,
la capa serosa consta de dos hojas,
una visceral interna (epicardio) que se encuentra unida al corazón y la grasa epicárdica; y otra parietal externa que discurre unida a la capa fibrosa. Fig. 1
La cavidad pericárdica se encuentra entre las dos hojas de la capa serosa y,
en condiciones normales,
contiene aproximadamente 20-25 ml de un líquido seroso,
aunque esta cantidad puede variar levemente,
fundamentalmente en niños.
Tanto la TC como la RM permiten una correcta visualización del pericardio.
El pericardio normal mide aproximadamente 2 mm,
considerándose patológico un grosor mayor de 4 mm. Fig. 2
Senos y recesos pericárdicos
En las zonas donde la capa serosa (pericardio seroso) se repliega,
entre los grandes vasos y el corazón,
la cavidad pericárdica forma los senos pericárdicos (seno transverso y seno oblicuo) que constituyen prolongaciones de la cavidad pericárdica,
en comunicación con la misma.
Además,
al extenderse el pericardio hacia la raíz de los grandes vasos,
éste forma distintos recesos pericárdicos, que fueron descritos por Vessely y Cahill.
Fig. 3
El seno transverso es posterior a la aorta ascendente y la arteria pulmonar principal,
localizado por encima de la aurícula izquierda.
Se conecta con la cavidad pericárdica principal entre la aorta y la vena cava superior.
El seno oblicuo se localiza detrás de la aurícula izquierda,
y su porción craneal se encuentra separada del seno transverso por una doble reflexión del pericardio,
localizada entre las venas pulmonares superiores derecha e izquierda.
Fig. 4
Es importante conocer la anatomía pericárdica para evitar confundir estas estructuras anatómicas con adenopatías o con otros procesos mediastínicos patológicos,
como la disección aórtica.
Fig. 5
FUNCIÓN DEL PERICARDIO
El pericardio tiene una función anatómica y una función mecánica.
Su estructura anatómica fija el corazzón al mediastino y reduce la fricción durante el movimiento cardiaco,
y sirve de soporte para vasos,
linfáticos y nervios cardiacos.
Además,
crea una barrera anatómica que dificulta la diseminación de procesos inflamatorios e infecciosos desde órganos vecinos.
Funcionalmente,
impide la dilatación aguda de las cavidades cardiacas,
y favorece el llenado auricular durante la sístole creando una presión negativa intrapericárdica.
TÉCNICAS DE IMAGEN EN LA VALORACIÓN DEL PERICARDIO
Con las nuevas técnicas de imagen no invasivas (ETT,
TC y RM) ha sido posible conseguir una visualización directa del pericardio y el estudio de su patología.
Fig. 6
Aunque la ecocardiografía transtorácica (ETT) sigue siendo la primera técnica de imagen utilizada para la valoración del pericardio,
en muchas ocasiones el estudio del mismo resulta subóptimo,
sobre todo en pacientes con una mala ventana acústica,
o para la diferenciación entre el pericardio y el líquido pericárdico,
o entre el líquido y la grasa paracardiaca adyacente.
La TC y la RM conforman la segunda línea de estudio del pericardio,
aportando ambas técnicas una excelente resolución espacial y discriminación tisular.
Fig. 7
Los estudios rutinarios de TC,
realizados para valoración de otras patologías,
permiten un estudio adecuado de la enfermedad pericárdica (derrame,
inflamación,
calcificaciones,
masas) en la mayoría de los casos.
Además,
con la adquisición de imagen sincronizada con el ECG (ECG-gating) se reducen los artefactos de movimiento,
obteniendo así una excelente visualización del pericardio.
Sin embargo,
el estudio del pericardio implica algo más que el estudio morfológico,
siendo necesario determinar el impacto de la patología pericárdica sobre la función cardiaca,
fundamentalmente sobre la función diastólica y el llenado ventricular. En muchas ocasiones,
la severidad de la afectación pericárdica no es proporcional a la alteración funcional y la sintomatología del paciente,
por lo que es fundamental una valoración conjunta de los parámetros funcionales y morfológicos,
siendola RMla técnica de elección para el estudio completo de dichos parámetros.
Fig. 8
PATOLOGÍA CONGÉNITA
Ausencia congénita del pericardio
La ausencia congénita del pericardio es una condición poco frecuente.
En la mayoría de los casos se produce una ausencia completa del pericardio del lado izquierdo,
siendo menos frecuente la ausencia parcial del pericardio izquierdo,
la ausencia del lado derecho o la ausencia completa del pericardio.
En el 30% de los casos la ausencia de pericardio se asocia a otras anomalías congénitas cardiacas,
pulmonares,
diafragmáticas o de la pared torácica,
siendo las más frecuentes la válvula aórtica bicúspide,
el ductus persistente,
comunicación interauricular y la tetralogía de Fallot.
Tanto la TAC como la RM permiten el diagnóstico de esta entidad mediante la ausencia de visualización del pericardio en el lado izquierdo del corazón y,
en algunos casos,
mediante la identificación de signos indirectos como son la prominencia de orejuela izquierda y arteria pulmonar en la ausencia parcial.
Fig. 9 Fig. 10
En la ausencia total se visualiza interposición de parénquima pulmonar entre aorta y arteria pulmonar,
contacto directo del pulmón con estructuras cardiacas y desplazamiento laterodorsal del corazón en la ausencia total.
Fig. 11
En ausencia de malformación asociada,
la ausencia total de pericardio es asintomática y no requiere tratamiento,
mientras que la ausencia parcial puede producir síntomas (incluida muerte súbita) debido a la herniación de parte del corazón a través del defecto pericárdico,
por lo que requiere intervención quirúrgica en la mayoría de los casos.
Quiste pericárdico
El quiste pericárdico constituye la masa pericárdica primaria más frecuente,
y se origina debido a un atrapamiento de parte del pericardio durante el desarrollo.
Puede aparecer en cualquier parte del mediastino,
aunque la localización más frecuente es el ángulo cardiofrénico derecho.
Fig. 12
Cuando se presenta en localizaciones atípicas,
es indistinguible del quiste broncogénico o del quiste tímico.
Su apariencia es la de una masa ovalada o elíptica,
con pared delgada y lisa,
sin septos internos,
que se encuentra en íntimo contacto con el pericardio.
En TC presentan una densidad hompogénea similar a la del agua,
y no realzan tras la administración de contraste intravenoso.
En RM tienen una señal típicamente hipointensa en secuencias T1 e hiperintensa en secuencias T2,
y no muestran realces tras la administración de gadolinio.
Fig. 13
En casos en los que existe importante contenido proteináceo,
pueden mostrar hiperintensidad de señal en las secuencias T1.
Aunque en la mayoría de los casos son asintomáticos,
pueden causar dolor torácico,
disnea,
tos,
fiebre,
e incluso taponamiento cardiaco en caso de rotura del quiste.
Fig. 14
DERRAME PERICÁRDICO
El derrame pericárdico se produce por una obstrucción del drenaje linfático o venoso del corazón,
a consecuencia de un incremento patológico de presión en las cavidades cardíacas.
Se considera patológica una cantidad de líquido en la cavidad pericárdica superior a 50 ml.
Dentro de las causas más frecuentes se incluyen la descompensación cardiaca,
insuficiencia renal,
infecciones (bacteriana,
viral,
tuberculosa),
neoplasias o lesión miocárdica (traumatismo o infarto agudo de miocardio).
La ETT se considera la primera técnica de imagen para el diagnóstico del derrame pericárdico debido a su elevada sensibilidad y especificidad,
así como por su fácil disponibilidad y bajo coste.
Fig. 15
Tanto la TC como la RM están indicadas en aquellos casos en los que existe sospecha de derrame complicado (hemático,
loculado),
o bien cuando los hallazgos ecocardiográficos no son concluyentes.
La TC permite,
mediante la medición de los valores de atenuación,
una correcta caracterización del tipo de derrame pericárdico.
En condiciones normales,
la densidad del líquido muestra unos valores similares al agua.
Ante un derrame pericárdico con valores de atenuación superiores el diagnóstico diferencial debe incluir derrame neoplásico,
hemopericardio,
exudado purulento o bien derrame secundario a hipotiroidismo.
Fig. 16
La RM también es útil para valorar la composición del derrame pericárdico debido a las características de señal en las distintas secuencias.
El derrame no hemorrágico muestra hiposeñal en las secuencias T1 e hiperseñal en secuencias CINE.
En los casos de hemopericardio se observa una elevada intensidad de señal en T1 e hipointensidad en secuencias CINE debido al depósito de hemosiderina.
Fig. 17
TAPONAMIENTO CARDIACO
Es la situación clínica que se produce cuando el derrame pericárdico condiciona un aumento de la presión intrapericárdica (> de 20mm de Hg) que impide el llenado efectivo de los ventrículos.
La clave del taponamiento está en la presión intrapericárdica y no en la cantidad de líquido.
Si el derrame aumenta lentamente se pueden tolerar hasta 3 litros.
En cambio si el aumento del derrame es rápido se puede producir taponamiento con pequeñas cantidades.
Como consecuencia de la disminución del llenado cardiaco hay una disminución del volumen latido y del gasto cardiaco y el paciente puede sufrir un shock cardiogénico.
Hallazgos con técnicas de imagen
ETT
- Derrame pericárdico
- Inversión pared de AD durante sístole ventricular (signo precoz)
- Colapso VD Fig. 18
- Aumento calibre VCI sin variaciones durante ciclo respiratorio Fig. 19
- Signo del balanceo del corazón (swinging motion heart) Fig. 20
TAC/MR
- Derrame pericárdico
- Reflujo de contraste a VCI
- Desplazamiento del septo IV
- Signo del corazón aplanado: aplanamiento de la superficie anterior del corazón con disminución del diámetro antero-posterior.
- Signos del balanceo del corazón y colapso de cámaras derechas en diástole (secuencias cine MR).
- Dilatación de VCS,
VCI,
seno coronario y venas suprahepáticas
- Linfedema periportal
El diagnóstico se suele sospechar con la clínica y la técnica de imagen de elección es la ecocardiografía transtorácica (ETT) que se utiliza como guía para realizar una pericardiocentesis urgente.
Fig. 21
La TAC y RM nos proporcionan generalmente un mayor detalle en la localización y cuantificación del derrame.
Pueden ser útiles en situaciones hemodinámicas atípicas o si hay derrame loculado o pericardio calcificado. Fig. 22
PERICARDITIS
La pericarditis es una inflamación del pericardio que puede ir acompañada o no de derrame pericárdico.
Las causas que pueden producir pericarditis aguda (PA) y crónica (PC) son múltiples y las describimos en la siguiente tabla.
Fig. 23 En el 90% de los casos la etiología es viral o idiopática.
El diagnóstico clínico se basa en la clínica del paciente (generalmente dolor torácico), alteraciones en el ECG (cambios segmento ST) y en la presencia de alteraciones en la analítica (marcadores serológicos de inflamación).
Las técnicas de imagen en muchos casos apoyan y confirman la sospecha clínica de esta patología.
PERICARDITIS AGUDA (PA)
La PA tiene una duración menor de 6 semanas y la podemos clasificar en seca y húmeda.
En el primer tipo la inflamación de las hojas del pericardio forma tejido de granulación y se deposita fibrina.
En la pericarditis húmeda se produce derrame que puede ser un exudado o hemático.
Los hallazgos más característicos en las técnicas de imagen son:
- Pericardio de contorno liso que puede estar o no engrosado
- Captación variable de contraste del pericardio en TAC y RM.
La captación sugiere inflamación aunque esto debe interpretarse en el contexto adecuado.
- Derrame pericárdico variable.
- RM: Diferencia mejor entre engrosamiento y derrame pericárdico,
y es capaz de caracterizar la composición de dicho derrame.
Además,
permite valorar la afectación conjunta del miocardio,
mediante las secuencias de RTM.
Fig. 24
La PA es generalmente un proceso autolimitado,
con buena respuesta al tratamiento con antiinflamatorios no esteroideos. En algunos casos sin embargo,
puede condicionar taponamiento cardiaco,
o bien,
progresar a pericarditis crónica.
PERICARDITIS CRÓNICA (PC)
Cuando la inflamación del pericardio presenta un curso clínico mayor de 6 meses hablamos de pericarditis crónica,
y de pericarditis subaguda si dura entre 6 semanas y 6 meses.
La PC se caracteriza por una esclerosis progresiva del pericardio con formación y depósito variable de fibroblastos,
colágeno y fibrina.
Los hallazgos más característicos en las técnicas de imagen son:
- Pericardio de contorno irregular engrosado.
La señal del pericardio en RM es variable.
En la fase subaguda suele tener señal moderada o alta en secuencias SE,
y la señal es baja si es el contenido es muy fibroso o está calcificado.
- Suele existir realce pericárdico tras la administración de contraste.
- Derrame pericárdico variable. Fig. 25
La PC clínicamente se clasifica en exudativa,
adhesiva (no constrictiva) y constrictiva.
Este último tipo lo desarrollaremos en el siguiente apartado.
PERICARDITIS CONSTRICTIVA (PCT)
La PCT se caracteriza por un pericardio engrosado que se adhiere al miocardio condicionando una constricción del corazón que impide su distensibilidad y reduce su llenado diastólico.
El pericardio puede estar fibrosado y/o calcificado.
Existen múltiples causas que pueden originar esta patología siendo la cirugía y la radioterapia las más frecuentes en la actualidad.
Fig. 26
Su presentación clínica es similar a la miocarditis restrictiva y se deriva de la dificultad del llenado ventricular durante la diástole.
Fig. 27
Fig. 27Los signos y síntomas son secundarios a la disminución del gasto cardiaco,
a la elevada presión venosa sistémica y a la congestión venosa pulmonar.
Las manifestaciones clínicas dependen de si predomina el fallo derecho o el izquierdo.
Cuando predomina el fallo derecho suele haber edema periférico,
hepatomegalia con ascitis y disnea secundaria al derrame pleural.
El fallo izquierdo condiciona disnea en reposo o con el esfuerzo.
Aunque la PCT se puede diagnosticar con ecocardiografía,
ésta es menos sensible que la TAC y RM para valorar el engrosamiento del pericardio.
Existen múltiples hallazgos en las distintas técnicas de imagen disponibles que pueden orientarnos a un diagnóstico de pericarditis constrictiva.
Fig. 28 Fig. 29 Fig. 30 Fig. 31
Es importante destacar que un pericardio de grosor normal puede condicionar PCT.
En estos casos,
el diagnóstico se debe basar en los cambios hemodinámicos.
El tratamiento de la PCC es generalmente quirúrgico (pericardiectomía o stripping),
y puede recurrir si no se reseca completamente el pericardio en los surcos aurículo-ventriculares.
SINDROME DE DRESSLER
El Síndrome de Dressler es un cuadro de pericarditis,
de probable origen autoinmune,
asociada a infarto agudo de miocardio que se produce por una inflamación aguda del pericardio que puede ser generalizada,
o bien localizada sobre la zona del infarto. Se asocia con mayor frecuencia a infartos del ventrículo derecho.
Fig. 32
El cuadro clínico se desarrolla entre 1 semana y 1 mes después del infarto,
y se manifiesta con dolor torácico,
fiebre,
pleuritis e infiltrados pulmonares.
Tanto el derrame pericárdico como pleural pueden ser hemáticos,
e incluso pueden llegar a producir taponamiento cardiaco.
El tratamiento es similar al de la pericarditis aguda.
La frecuencia de esta entidad está disminuyendo progresivamente debido al aumento del tratamiento de los infartos de miocardio con revascularización percutánea.
TUMORES PERICÁRDICOS
En el diagnóstico diferencial de las masas pericárdicas se incluyen el quiste pericárdico,
los hematomas pericárdicos y los tumores.
Fig. 33 Dentro de la patología tumoral,
la más frecuente es la enfermedad metastásica,
siendo más raros los tumores primarios originados en el pericardio.
Aunque el diagnóstico inicial se realiza en la mayoría de los casos con el estudio ecocardiográfico,
tanto la TC como la RM son de gran utilidad parala evaluación dando información sobre sus características de la masa,
localización exacta y extensión.
ENFERMEDAD METASTÁSICA
Las metástasis del corazón y el pericardio son mucho más frecuentes que los tumores primarios,
y generalmente se asocian a un pronóstico muy pobre.
Los tumores que producen metástasis cardiacas y pericárdicas con mayor frecuencia son los carcinomas de pulmón y de mama,
el linfoma y el melanoma.
Existen diferentes vías por las que estos tumores llegan al corazón,
como son la diseminación hematógena o linfática,
por invasión local,
o a través de una ruta transvenosa.
Fig. 34
Las metástasis cardíacas pueden manifestarse como una masa mediastínica o pulmonar con invasión directa del pericardio y corazón adyacentes,
como una masa central que se extiende hacia el interior de la aurícula izquierda a través de las venas pulmonares o como nódulos miocárdicos.
Las metástasis pericárdicas suelen manifestarse como derrame pericárdico o engrosamiento nodular del pericardio.
Aunque suelen ser asintomáticas,
en aproximadamente el 30% de los pacientes se produce una alteración de la función cardiaca,
generalmente atribuible a la presencia de derrame pericárdico.
Los pacientes presentan disnea,
que suele ser desproporcional al derrame pericárdico visualizado en las radiografías,
o bien,
secundaria a la existencia de derrame pleural asociado.
Otros síntomas son tos,
dolor torácico,
dolor de características pleuríticas o edemas periféricos.
Las metástasis cardiacas y pulmonares son causa de muerte hasta en un tercio de los casos en que éstas están presentes,
siendo secundaria a taponamiento cardiaco,
fallo cardiaco congestivo,
invasión de arterias coronarias e invasión del nodo sinoauricular.
Derrame pericárdico
El diagnóstico diferencial ante la aparición de un derrame pericárdico en un paciente oncológico no sólo incluye la afectación metastásica,
sino también el derrame benigno idiopático,
la pericarditis inducida por drogas (quimioterapia) y la pericarditis inducida por radiación.
Fig. 35
El diagnóstico debe realizarse mediante pericardiocentesis,
pericardioscopia o ambas.
El resultado del estudio citológico es positivo para células malignas hasta en el 80% de los casos.
Debido a que el derrame pericárdico se asocia a una disminución de la supervivencia en estos pacientes,
las opciones terapéuticas incluyen la creación de una ventana pericárdica,
esclerosis del pericardio o bien tratamiento mediante radiación.
Hallazgos radiológicos
La afectación metastásica del pericardio puede sugerirse en el estudio de TC ante la visualización de derrame pericárdico y/o engrosamiento irregular del pericardio,
o bien por la presencia de una masa pericárdica.
En las imágenes de RM,
la mayoría de las neoplasias muestra una hipointensidad de señal en secuencias potenciadas en T1 e hiperintensidad de señal en secuencias T2.
Una excepción son las metástasis de melanoma,
en las que el elevado contenido en melanina produce una señal elevada en secuencias T1.
Tras la administración de contraste IV,
suele observarse un importante realce en las zonas de afectación metastásica.
Fig. 36 Fig. 37 Fig. 38
TUMORES PRIMARIOS
Los tumores pericárdicos primarios son raros.
Dentro de estos tumores,
se incluyen las neoplasias benignas y las malignas,
que se presentan más o menos en igual proporción.
Las dos neoplasias más frecuentes del pericardio son el teratoma y el mesotelioma.
Teratoma
Se trata de una neoplasia benigna que afecta a las células germinales,
y aparece típicamente en la edad pediátrica.
Suelen ser tumores de gran tamaño,
que se localizan con mayor frecuencia en el lado derecho, y pueden originar un importante derrame pericárdico e incluso taponamiento cardiaco.
Muestran un aspecto muy heterogéneo en las imágenes de TC y RM,
observándose zonas sólidas y áreas multiquísticas en el interior de la lesión.
Mesotelioma pericárdico maligno
Este tumor supone el 15% de todos los tumores malignos cardiacos y pericárdicos.
A diferencia del mesotelioma pleural,
esta entidad no ha demostrado relación con la exposición al asbesto.
La masa tumoral se extiende a lo largo de las hojas parietal y visceral del pericardio,
formando una coraza que rodea el corazón,
pero sin invasión de estructuras cardiacas.
La RM es una herramienta útil para el estudio de la localización del tumor,
así como para obtener una excelente precisión anatómica de la extensión tumoral.
En las imágenes potenciadas en T1,
el mesotelioma suele tener una intensidad de señal igual o discretamente mayor que el miocardio,
mientras que en las imágenes T2 la señal es similar o mayor que el tejido graso.
En ocasiones,
la señal en T2 es heterogénea,
lo que traduce áreas de necrosis tumoral.
Tras la administración de contraste paramagnético,
se observa marcado realce del tumor.
Además del mesotelioma pericárdico primario,
la afectación puede ser secundaria a la existencia de un mesotelioma pleural extenso,
que puede invadir el mediastino,
el pericardio,
la pared torácica y el diafragma.
En estos casos es posible observar invasión directa de estructuras cardiacas,
grandes vasos,
esófago y tráquea.
La apariencia en las imágenes de RM es similar al mesotelioma primario pericárdico.
Fig. 39
Linfoma
Los linfomas primarios cardiacos son extremadamente raros,
siendo mucho más frecuente la afectación metastásica secundaria a linfomas extracardiacos.
Se define como linfoma cardiaco primario aquel que afecta exclusivamente el corazón y el pericardio.
Fig. 40
El curso clínico en estos pacientes suele ser de aparición brusca y rápida progresión,
siendo raro el diagnóstico pre-mortem.
En cuanto al diagnóstico radiológico,
esta patología suele presentarse con derrame pericárdico o masas intracardiacas (frecuentemente intraventriculares),
siendo la RM la técnica más útil para el estudio del tamaño y localización de la masa cardiaca así como la cuantía del derrame.
Sin embargo,
con mucha frecuencia,
los hallazgos son inespecíficos.
Angiosarcoma
El angiosarcoma representa aproximadamente un tercio de todos los tumores malignos primarios del corazón.
Se trata de un tumor muy agresivo,
que se origina a partir del endotelio de los vasos linfáticos o sanguíneos del corazón.
Fig. 41
Debido a la presentación clínica y radiológica inespecífica de estos tumores,
existe un importante retraso en el diagnóstico,
existiendo en la mayoría de los casos enfermedad metastásica,
fundamentalmente pulmonar,
en el momento del diagnóstico.
En cuanto al pronóstico de este tumor,
la supervivencia de estos pacientes no supera los 6 meses en la mayor parte de los casos.
La apariencia típica de estos tumores en las imágenes de RM es la de una masa mal definida que se origina en la pared de la AD (localización más frecuente),
con extensión hacia el pericardio,
y con presencia de derrame pericárdico con contenido hemático asociado .
Fig. 42
PATOLOGÍA TRAUMÁTICA
HEMOPERICARDIO
En pacientes con traumatismo torácico cerrado,
la presencia de un extenso hemopericardio puede ser la única manifestación precoz de una lesión grave.
Fig. 43
Es importante realizar un diagnóstico precoz,
ya que la existencia de un extenso hemopericardio en estos pacientes puede indicar rotura cardiaca,
que puede condicionar un taponamiento cardiaco en un corto periodo de tiempo, siendo ésta la primera causa de muerte en pacientes con traumatismo torácico.
La TC es una técnica de fácil y rápida disposición en pacientes politraumatizados,
y permite una correcta identificación y cuantificación del hemopericardio,
mediante la visualización de contenido líquido en el interior de la cavidad pericárdica.
El hemopericardio tiene valores de atenuación superiores a 35 uH,
lo que permite diferenciarlo del derrame pericárdico.
Otras causas de hemopericardio son la rotura de la raíz aórtica,
contusión miocárdica y pericárdica,
y laceración de arterias coronarias.
Fig. 44
NEUMOPERICARDIO
El neumopericardio es una entidad infrecuente que se define como la presencia de contenido aéreo en la cavidad pericárdica,
motivada por la existencia de una comunicación entre el pericardio y estructuras vecinas con contenido aéreo,
y menos frecuentemente debido a infecciones por gérmenes productores de gas.
Aunque existen casos de neumopericardio espontáneo idiopático,
la causa más frecuente es traumática.
Fig. 45 También existen causas iatrogénicas Fig. 46,
secundarias a patologías de órganos vecinos o a infecciones primarias del pericardio.