De los resultados obtenidos del estudio piloto para evaluar el hipotético efecto teranóstico de la nueva molécula diseñada,
se puede deducir:
Las diferentes suspensiones administradas por infusión intraperitoneal,
vía de administración que podría ser similar a una infusión lenta por vía intravenosa,
no han mostrado un efecto tóxico severo en los animales.
No se observó ningún deceso en las 49 ratas estudiadas.
La ecografía ha resultado útil para la monitorización de las lesiones neoplásicas hepáticas.
La pauta de infusión de RGD-I no ha sido capaz de influir de modo evidente sobre la evolución y desarrollo de los implantes tumorales viables.
Tampoco se observó ningún efecto sobre la mayor o menor capacidad de inducción de un implante o de que éste fuera viable.
Al correlacionar los porcentajes de necrosis tumoral con sus correspondientes volúmenes tumorales en US.3,
se evidenció la relación directa entre el porcentaje de necrosis tumoral y el mayor volumen de los implantes.
En función de los valores de R2,
puede inferirse que los fenómenos de necrosis tumoral encontrada en los implantes fueron determinados de modo significativo y sustancial por el mayor o menor volumen tumoral.
En los estudios histológicos no se observó una mayor presencia de necrosis tumoral en los animales infundidos con RGD-I.
La presencia de un grado superior de necrosis observada en los animales Lac-1,
sobre todo en relación con los animales del los grupos Control y Lac-2,
debe atribuirse al mayor tamaño de las lesiones tumorales.
A este respecto podría considerarse la posibilidad de que una baja dosis de Lactato pudiese inducir fenómenos reactivos que estimulasen el crecimiento tumoral.
Este efecto no se objetivó en los otros grupos experimentales,
ni cuando se administró una dosis superior de Lactato,
por lo que su verosimilitud debería ser evaluada en un volumen superior de tamaño muestral.
Con respecto a las medidas de atenuación en TCMC,
los datos no muestran diferencias entre los valores cuantificados en los grupos experimentales,
y son similares a los obtenidos en experimentos previos.
Así pues resulta evidente que no se consiguió un depósito de yodo suficientemente elevado como para ser detectado en TCMC.
En conclusión y a la luz de lo expuesto,
la molécula diseñada no ha cumplido con los objetivos propuestos.
Parece preciso incrementar el número de átomos de yodo anclados en la estructura de los RGD diseñados.
También podría resultar de interés la cuantificación tisular hepática del yodo mediante técnicas tales como la espectrometría de masas con fuente de plasma de acoplamiento inductivo,
que permitiría valorar de modo indirecto el depósito de RGD-I,
puesto que el yodo,
en condiciones normales,
practicamente no está presente en el hígado.
Finalmente,
y dado que no se han objetivado datos de toxicidad,
resultaría preciso realizar nuevos estudios experimentales empleando unas dosis superiores de la molécula diseñada.