Resultados:
Se obtuvo una muestra de 89 pacientes de los que un 66,3% eran varones (n=59) y el restante 33,7% eran mujeres (n=30).
La edad media de la población total de pacientes era 66,37±10,87 años con un rango de edades comprendido entre 38-87 años y con una mediana de edad de 66 años.
La edad media de la población de varones era de 69,15±8,49 años con un rango de edades comprendido entre 51-87 años y con una mediana de edad de 67 años.
La edad media de la población de mujeres era de 60,9±12,95 años con un rango de edades comprendido entre 38-85 años y con una mediana de edad de 58 años.
Las lesiones se localizaron en un 57% de los casos (n=51) en los lóbulos superiores.
La localización de las lesiones fue la siguiente: lóbulo superior derecho 29% (n=26),
lóbulo medio 9% (n=8),
lóbulo inferior derecho 14% (n=12),
lóbulo superior izquierdo 28% (n=25),
língula 2% (n=2) y lóbulo inferior izquierdo 18% (n=16) (Fig. 23).
Fig. 23: Figura 23. Distribución de la localización de las lesiones puncionadas. LSD (lóbulo superior derecho), LM (lóbulo medio), LID (lóbulo inferior derecho), LSI (lóbulo superior izquierdo), língula y LII (lóbulo inferior izquierdo).
Figura 23.
Distribución de la localización de las lesiones puncionadas.
LSD (lóbulo superior derecho),
LM (lóbulo medio),
LID (lóbulo inferior derecho),
LSI (lóbulo superior izquierdo),
língula y LII (lóbulo inferior izquierdo).
La guía imagen en la mayoría de los casos fue el TC 56,2% (n=50),
como la mayoría de estudios publicados (1–11) seguida en frecuencia por la ecografía 33,7% (n=30) y finalmente la fluoro-TC 10,1% (n=9) que se empleó en las lesiones de menor tamaño y móviles que no se podían puncionar mediante las otras técnicas.
Se intentó emplear lo menos posible para evitar la radiación de la que realizaba la punción ( Fig. 24 ).
En ningún paciente empleamos la RM dado que no disponemos de un equipo de RM para realizar procedimientos intervencionistas,
si bien ha sido descrito su empleo en la literatura (12).
Fig. 24: Figura 24. Distribución de las distintas técnicas de imagen empleadas para la punción de las lesiones pulmonares.
Figura 24.
Distribución de las distintas técnicas de imagen empleadas para la punción de las lesiones pulmonares.
En la mayoría de los pacientes se realizó una BAG 82% (n=73),
y en el resto de pacientes se realizó una PAF 18 % (n=16) (Fig. 25).
Fig. 25: Figura 25. Distribución del tipo de punción realizada de las lesiones.
Figura 25.
Distribución del tipo de punción realizada de las lesiones.
El tamaño medio de la lesión en la población total fue de 38,27±20,43 mm,
con un rango de 9-105 mm y con una mediana de 35 mm.
El tamaño medio de la lesión en el grupo de pacientes a los que se les realizó PAF fue de 29,31±15,1 mm con un rango de 11-68 mm y con una mediana de 29,5 mm.
Finalmente,
el tamaño medio de la lesión en el grupo de pacientes a los que se les realizó BAG fue de 40,23±20,99 mm,
con un rango de 9-105 mm y con una mediana de 41 mm,
no siendo las diferencias estadísticamente significativas (p=0,109).
La distancia media entre la lesión y la pleura en la población total de pacientes fue de 8,29±10,64mm con un rango de 0-46 mm y con una mediana 4 mm.
La distancia media entre la lesión y la pleura en la población de pacientes a los que se les realizó PAF fue de 11,18±11,68 mm con un rango de 0-35mm y con una mediana de 10 mm.
Finalmente,
la distancia media entre la lesión y la pleura en la población de pacientes a los que se les realizó BAG fue de 7,65±10,38 mm con un de 0-46 mm y con una mediana de 4 mm,
no siendo las diferencias estadísticamente significativas (p=0,078).
La posición más frecuente del paciente para realizar la punción fue decúbito prono en un 47% de los pacientes (n=42),
seguida en frecuencia por el decúbito supino 43% (n=38).
La tercera posición en frecuencia fue el decúbito lateral derecho 7% (n=6) y finalmente el decúbito lateral izquierdo 3% (n=3) (Fig. 26).
A igual distancia entre abordaje anterior o posterior,
algunos autores prefieren el abordaje en prono porque hay menos espesor de pared a atravesar,
el paciente no ve la aguja lo que se traduce en una menor ansiedad y movimiento del paciente (1).
Fig. 26: Figura 26. Posición del paciente para la realización de la punción.
Figura 26.
Posición del paciente para la realización de la punción.
El número medio de pases para puncionar la lesión y obtener una muestra válida para el diagnóstico en el grupo total de pacientes fue de 1,67±0,86 pases con un rango de 1-4 pases y con una mediana de 1 pase.
El número medio de pases para puncionar la lesión y obtener una muestra válida para el diagnóstico en el grupo de pacientes a los que se realizó PAF fue de 2,25±1,12 pases con un rango de 1-4 pases y con una mediana de 2 pases.
Finalmente,
el número medio de pases para puncionar la lesión y obtener una muestra válida para el diagnóstico en el grupo de pacientes a los que se realizó BAG fue de 1,55±0,75 pases con un rango de 1-4 pases y con una mediana de 1 pase,
como han descrito otros autores (1),
siendo las diferencias estadísticamente significativas (p=0,043) como ha sido descrito por otros autores (3,10).
El calibre medio de la aguja en la población total de pacientes fue de 19,39 ± 1,635 G con un rango de 16-22 G y con una mediana 20G como lo descrito por otros autores (3).
En el grupo de pacientes a los que se les realizó PAF,
el calibre de la aguja fue de 22G en todos los pacientes 100% (n=16).
El calibre medio de la aguja en el grupo de pacientes en los que se realizó BAG fue de 18,82 ± 1,19 G con un rango de 16-20 G y con una mediana 18 G; la distribución en este último grupo fue la siguiente: 16G 5,48% (n=4),
18G 47,94% (n=35) y 20G: 46,57% (n=34).
El rendimiento diagnóstico en el grupo total de pacientes fue de 86,4%(n=76),
acorde con lo publicado por otros autores (64-97%) (1,3).
El rendimiento diagnóstico en el grupo de pacientes a los que se les realizó PAF fue de 75% (n=12).
Finalmente,
el rendimiento diagnóstico en el grupo de pacientes a los que se les realizó BAG fue de 87,67% (n=64),
no siendo las diferencias estadísticamente significativas (p=0,194).
El diagnóstico anatomopatológico más frecuente fue el de adenocarcinoma de pulmón 44% (n=39).
La distribución de los distintos diagnósticos anatomopatológicos fue la siguiente: adenocarcinoma de pulmón 44% (n=39),
carcinoma epidermoide 15% (n=13),
muestra no diagnóstica 15% (n=13),
granuloma no necrotizante 5% (n=4),
metástasis de carcinoma de mama 5% (n=4),
metástasis de carcinoma de colon 2% (n=2),
carcinoide 1% (n=1),
carcinoma adenoide quístico 1% (n=1),
carcinoma de células grandes tipo rabdoide 1% (n=1),
carcinoma neuroendocrino de células grandes 1% (n=1),
carcinoma microcítico 1% (n=1),
hamartoma 1% (n=1),
linfoma folicular 1% (n=1),
linfoma Hodgkin tipo esclerosis nodular 1% (n=1),
linfoma no Hodgkin 1% (n=1),
metástasis basocelular 1% (n=1),
metástasis urotelial 1% (n=1),
metástasis hepatocarcinoma 1% (n=1) y neumonitis intersticial 1% (n=1) (Fig. 27).
Fig. 27: Figura 27. Distribución de los diagnósticos anatomopatológicos.
Figura 27.
Distribución de los diagnósticos anatomopatológicos.
El porcentaje de complicaciones en la población total de pacientes fue de 36% (n=32),
habiéndose descrito en la literatura unas tasas de complicación del 10-39,1% (1,10).
El porcentaje de complicaciones en el grupo de pacientes a los que se les realizó PAF fue del 62,5% (n=10).
Finalmente,
el porcentaje de complicaciones en el grupo de pacientes a los que se les realizó BAG fue de 30,14% (n=22); siendo las diferencias estadísticamente significativas (p=0,015).
La complicación más frecuente fue el neumotórax,
seguida en frecuencia por la hemorragia alveolar,
acorde con lo publicado por otros autores (1–3,10).
El porcentaje de neumotórax inmediato en la población total de pacientes fue del 26,97% (n=24),
habiéndose descrito en la literatura unas tasas de neumotórax del 8-65%,
con una media del 20%(1–3).
El porcentaje de neumotórax en el grupo de pacientes a los que se les realizó PAF fue de 43,75% (n=7).
Finalmente el porcentaje de neumotórax en el grupo de pacientes a los que se les realizó BAG fue del 23,28% (n=17),
no encontrando diferencias estadísticamente significativas (p=0,095).
Cuando apareció esta complicación,
todos los neumotórax eran inferiores a 20 mm de espesor,
y se resolvieron dejando al paciente en sedestación y con gafas nasales de oxígeno a 3 litros/minuto.
Ningún paciente presentó disnea ni desaturación ni precisó de la colocación de tubo de drenaje pleural (Fig. 28 y Fig. 29).
Al analizar las Rx de control realizadas durante el ingreso,
encontramos un 3,37% (n=3) de neumotórax diferido,
lo que supondría un total de 30,34% (n=27).
De estos pacientes con neumotórax diferido,
2 ocurrieron en pacientes a los que se les realizó PAF y 1 en los pacientes a los que se les realizó BAG,
por tanto los porcentajes de complicaciones según el tipo de punción sería PAF 56,25% (n=9) y BAG 24,66% (n=18),
no siendo las diferencias estadísticamente significativas (p=0,084).
Fig. 28: Figura 28. TC de tórax sin contraste i.v. corte axial, ventana de parénquima pulmonar con el paciente en decúbito lateral izquierdo, antes (a) y control tras la punción (b). Se observa pequeña banda de neumotórax (flechas en b).
Figura 28.
TC de tórax sin contraste i.v.
corte axial,
ventana de parénquima pulmonar con el paciente en decúbito lateral izquierdo,
antes (a) y control tras la punción (b).
Se observa pequeña banda de neumotórax (flechas en b).
Fig. 29: Figura 29. TC de tórax sin contraste i.v. corte axial, ventana de parénquima pulmonar con el paciente en decúbito supino, antes (a) y control tras la punción (b). Se observa pequeño neumotórax (flechas en b).
Figura 29.
TC de tórax sin contraste i.v.
corte axial,
ventana de parénquima pulmonar con el paciente en decúbito supino,
antes (a) y control tras la punción (b).
Se observa pequeño neumotórax (flechas en b).
El porcentaje de hemorragia alveolar en el grupo total de pacientes fue del 4,5% (n=4) habiéndose descrito en las series publicadas una tasa de hemorragia alveolar del 4-30% (3).
El porcentaje de hemorragia alveolar en el grupo de pacientes a los que se les realizó PAF fue del 1,36%(n=1).
Finalmente el porcentaje de hemorragia alveolar en el grupo de pacientes a los que se les realizó BAG fue del 3,39% (n=3),
no encontrando diferencias estadísticamente significativas (p=0,7).
En los pacientes en los que se presentó esta complicación fue de escasa importancia manifestándose en algunos pacientes con esputos hemoptoicos que se autolimitaron,
sin presentar el paciente disnea y no precisando de tratamiento adicional en ningún paciente (Fig. 30),
siendo estos datos de manifestación clínica y manejo similares a los descritos por otros autores (1,3).
Fig. 30: Figura 30. TC de tórax sin contraste i.v. corte axial, ventana de parénquima pulmonar con el paciente en decúbito supino, antes (a,b) y control tras la punción (c,d). Se observa pequeña área de hemorragia alveolar (flechas en c,d).
Figura 30.
TC de tórax sin contraste i.v.
corte axial,
ventana de parénquima pulmonar con el paciente en decúbito supino,
antes (a,b) y control tras la punción (c,d).
Se observa pequeña área de hemorragia alveolar (flechas en c,d).
El porcentaje de hemotórax en el grupo total de pacientes fue del 2,25% (n=2).
El porcentaje de hemotórax en el grupo de pacientes a los que se les realizó PAF fue del 6,25% (n=1).
Finalmente,
el porcentaje de hemotórax en el grupo de pacientes a los que se les realizó BAG fue del 1,13% (n=1); siendo las diferencias estadísticamente significativas (p=0,032).
Al correlacionar el porcentaje de complicaciones con el calibre de la aguja encontramos que si la aguja tenía un grosor mayor de 20 G (16-18G) el porcentaje de complicaciones era del 24% (n=10/41),
mientras que si la aguja era de un grosor ≤ 20G (20-22G) el porcentaje de complicaciones era del 45% (n=22/48),
siendo las diferencias estadísticamente significativas (p=0,036).
Esto se explica porque en el grupo de pacientes con agujas de mayor calibre (16-18G),
se hacen menos pases,
las lesiones están menos profundas y el tamaño de las lesiones es mayor como han descrito otros autores (1,3,10).
Al correlacionar el porcentaje de complicaciones con el número de pases,
encontramos que el porcentaje de complicaciones en los pacientes que se realizaban < 2 pases era del 32,43% (n=24/74),
mientras que el porcentaje de complicaciones en los pacientes que se realizaban ≥2 pases era del 53,33% (n=8/15),
siendo las diferencias estadísticamente significativas (p=0,0124),
acorde con lo publicado por otros autores (1,3).
Al correlacionar el porcentaje de complicaciones con la posición del paciente en el momento de realizar la punción encontramos los siguientes porcentajes de complicaciones: decúbito prono 5,71% (n=15/42),
decúbito supino 31,58% (n=12/38), decúbito lateral derecho 33,33% (n=2/6) y decúbito lateral izquierdo 100% (n=3/3).
Las diferencias encontradas no fueron estadísticamente significativas (p=0,078) como ya ha sido descrito por otros autores (1–3,10).
Comparamos el porcentaje de complicaciones con el tamaño de la lesión,
para ello consideramos 3 diámetros: <20 mm,
<30 mm y <40 mm,
encontrando los siguientes resultados.
Los pacientes con una lesión de un tamaño <20 mm la tasa de complicaciones fue de 63,63% (n=14/22) frente a los pacientes donde el tamaño de la lesión era ≥ 20 mm en los que la tasa de complicaciones fue del 26,86% (n=18/67),
siendo las diferencias estadísticamente significativas (p=0,002).
Los pacientes con una lesión de un tamaño <30 mm la tasa de complicaciones fue de 52,78% (n=19/36) frente a los pacientes donde el tamaño de la lesión era ≥ 30 mm en los que la tasa de complicaciones fue del 24,53% (n=13/53),
siendo las diferencias estadísticamente significativas (p=0,006).
Finalmente,
los pacientes con una lesión de un tamaño <40 mm la tasa de complicaciones fue del 50% (n=25/50) frente a los pacientes donde el tamaño de la lesión era ≥ 40 mm en los que la tasa de complicaciones fue del 17,95% (n=7/39),
siendo las diferencias estadísticamente significativas (p=0,002),
siendo por tanto el tamaño del tumor un factor de riesgo para el desarrollo de complicaciones; dicho factor de riesgo ya ha sido descrito por otros autores (1–3,10).
Comparamos el porcentaje de complicaciones con la profundidad de la lesión,
para ello consideramos 3 distancias: ≤ 10 mm,
≤20 mm y ≤30 mm,
encontrando los siguientes resultados.
Los pacientes con una lesión a una profundidad ≤ 10 mm la tasa de complicaciones fue del 26,98% (n=17/63) frente a los pacientes donde la profundidad de la lesión era >10 mm donde la tasa de complicaciones fue del 57,69% (n=15/26),
siendo las diferencias estadísticamente significativas (p=0,006).
Los pacientes con una lesión a una profundidad ≤ 20 mm la tasa de complicaciones fue del 30,77% (n=24/78) frente a los pacientes donde la profundidad de la lesión era > 20 mm donde la tasa de complicaciones fue del 72,73% (n=8/11),
siendo las diferencias estadísticamente significativas (p=0,007).
Finalmente,
los pacientes con una lesión a una profundidad ≤ 30 mm la tasa de complicaciones fue 33,33% (n=28/84) frente a los pacientes donde la profundidad de la lesión era > 30 mm donde la tasa de complicaciones fue del 80% (n=4/5),
siendo también las diferencias estadísticamente significativas (p=0,035),
siendo por tanto,
la profundidad de la lesión un factor de riesgo para el desarrollo de complicaciones acorde con lo publicado por otros autores (1–3,10).
Comparamos el rendimiento diagnóstico con el tamaño de la lesión,
para ello consideramos los 3 diámetros descritos anteriormente: <20 mm,
<30 mm y <40 mm,
encontrando los siguientes resultados.
Los pacientes con una lesión de un tamaño <20 mm el rendimiento diagnóstico fue de 77,27% (n=17/22) frente a los pacientes donde el tamaño de la lesión era ≥ 20 mm en los que el rendimiento diagnóstico fue del 86,57% (n=58/67),
no siendo las diferencias estadísticamente significativas (p=0,299).
Los pacientes con una lesión de un tamaño <30 mm el rendimiento diagnóstico fue de 83,33% (n=30/36) frente a los pacientes donde el tamaño de la lesión era ≥ 30 mm en los que el rendimiento diagnóstico fue del 84,9% (n=45/53),
no siendo las diferencias estadísticamente significativas (p=0,842).
Finalmente,
los pacientes con una lesión de un tamaño <40 mm el rendimiento diagnóstico fue del 82% (n=41/50) frente a los pacientes donde el tamaño de la lesión era ≥ 40 mm en los que el rendimiento diagnóstico fue del 87,18% (n=34/39),
no siendo las diferencias estadísticamente significativas (p=0,505),
por tanto,
resultados similares a los descritos por otros autores (3).