INTRODUCCIÓN
El cáncer colorrectal es una de las neoplasias malignas más frecuentes en todo el mundo,
con una incidencia de 1,2 millones de casos nuevos anualmente y una mortalidad por esta causa de 600.000 muertos al año (1).
La mayoría aparecen sobre un pólipo adenomatoso.
La colonoscopía óptica (CO) es la técnica de elección para el cribado de estas lesiones premalignas en pacientes de riesgo: familiares de primer grado con antecedente de cáncer colorrectal,
antecedente personal de adenomas colorrectales o test de sangre oculta en heces positivo.
La TC colonografía (TCC) ha demostrada una sensibilidad y especificidad comparables a las de la colonoscopía para la detección de lesiones de tamaño significativo (2).
En nuestro centro la TCC se utiliza cuando se ha realizado una CO incompleta,
en pacientes frágiles o con patologías que desaconsejen la realización de una CO,
y como segunda opción en pacientes que se niegan al estudio con CO.
El adenocarcinoma colorrectal es el cáncer más habitualmente diagnosticado en la TCC,
aunque hay otras lesiones tumorales y pseudotumorales que pueden tener una presentación clínico-radiológica similar,
y que hace falta conocer.
A continuación se presentan algunas de estas lesiones.
PRESENTACIÓN DE CASOS
Los pólipos adenomatosos se presentan radiológicamente como una prominencia pediculada o sésil de la mucosa colónica.
El adenocarcinoma muestra típicamente una masa y engrosamiento concéntrico de la pared del colon con estenosis de su luz.
Se han seleccionado casos puntuales de exploraciones realizadas en los últimos 8 años que se orientaron como posible cáncer colorrectal,
en los que el diagnóstico histológico final fue distinto de adenocarcinoma de colon.
Lipomas (Fig. 1 Fig. 2 Fig. 3 Fig. 4 Fig. 5):
El colon es la localización gastrointestinal más frecuente en la que aparecen lipomas submucosos.
Se presentan como lesiones polipoides sésiles o pediculadas.
Se distinguen fácilmente en las imágenes en 2D por su densidad similar a la grasa,
y no requieren ningún tratamiento si son asintomáticos (3).
Linfomas ( Fig. 6 Fig. 7):
El linfoma primario de colon representa el 0,4% de todos los tumores de esta localización y es más frecuente en casos con inflamación crónica (enfermedad de Crohn o colitis ulcerosa).
El tipo más habitual son los linfomas de células B no Hodgkin.
Tienen un aspecto variado,
des de pólipos hasta masas cavitadas,
y en ocasiones se presentan en forma ulcerativa y forman fístulas.
Nos puede ayudar a distinguirlos del adenocarcinoma su mayor longitud,
que afecten el íleon terminal,
que tengan un margen bien definido con preservación de los planos grasos o que no provoque reacción desmoplásica (4,
5).
Ganglioneuromas (Fig. 8 Fig. 9):
Los ganglioneuromas intestinales son pólipos hamartomatosos que aparecen de forma solitaria o en pequeño número,
endoscópicamente indistinguibles de los pólipos hiperplásicos y de los adenomatosos.
Se asocian a la enfermedad de Cowden,
la esclerosis tuberosa,
la poliposis colónica y la poliposis juvenil (6).
Leucemia linfática crónica (Fig. 10 Fig. 11):
Algunas series de autopsias en pacientes con leucemia han descrito la afectación gastrointestinal en hasta el 25% de los casos,
más frecuentemente en las formas agudas que en las crónicas.
En el colon producen lesiones aftoides,
pequeñas úlceras,
lesiones nodulares o masas polipoides,
que clínicamente se pueden presentar igual que un cáncer colónico (7).
Endometriosis (Fig. 12 Fig. 13 Fig. 14):
La afectación gastrointestinal en la endometriosis es de hasta el 37%,
más frecuentemente en las superficies serosas del recto-sigma,
apéndice,
ciego e íleon distal.
La presentación clínica más habitual son las rectorragias y molestias durante la defecación.
También pueden aparecer síntomas de oclusión cuando los implantes invaden la subserosa y se produce fibrosis secundaria con estenosis de la luz del colon (8).
Adenocarcinoma gástrico (Fig. 15):
La clínica de la afectación metastásica del colon y el recto es similar a la del adenocarcinoma de colon,
con alteración del ritmo deposicional y hematoquecia.
Las metástasis de origen gástrico en el tracto intestinal son infrecuentes,
normalmente a través de diseminación peritoneal o hematógena,
y se deben sospechar en pacientes con sintomatología sugestiva de cáncer colorrectal con antecedentes de neoplasia gástrica (9).
Adenocarcinoma ovárico (Fig. 16 Fig. 17 Fig. 18 Fig. 19):
Al igual que las metástasis de otros orígenes,
las de neoplasias ováricas tienen una presentación clínica similar a la del cáncer colorrectal.
Puede afectar las estructuras pélvicas por extensión directa,
pero también puede producir metástasis por siembra peritoneal,
vía hematógena o linfática.
En la TC se puede presentar como una infiltración difusa de la serosa,
nódulos focales,
engrosamiento mural segmentario o como una masa bien definida (10).