Las hernias de pared abdominal se producen por protrusión de contenido abdominal a través de un defecto en la pared abdominal.
Su incidencia en la población general es de un 5 %,
constituyendo la intervención quirúrgica más frecuente realizada por cirujanos generales.
Se sospecha con la cínica referida por el paciente,
confirmándose generalmente mediante exploración física,
aunque suelen requerir pruebas de imagen para una mejor valoración.
Dentro de esas pruebas de imagen destacan el TC y la ecografía.
El TC resulta la prueba más sensible y específica para el diagnóstico de hernias inguino-crurales,
ya que aporta mejor definición anatómica y permite valorar estructuras afectadas,
tipo de hernia,
tamaño y complicaciones.
Sin embargo,
la ecografía tiene la ventaja de estar realizada en tiempo real y esta capacidad dinámica permite valorar el comportamiento de la hernia en maniobra de Valsalva y su reductibilidad.
Además también resulta útil para estudiar el tipo de hernia,
tamaño y complicaciones.
Anatómicamente el canal inguinal se define como un conducto corto y estrecho localizado en la porción más inferior de la pared abdominal anterior,
formado por los planos musculares de los oblícuos y el transverso.
La aponeurosis del oblícuo externo forma el ligamento inguinal,
un referente anatómico importante en el estudio de hernias inguino-crurales,
que se extiende entre la espina ilíaca ántero-superior y el tubérculo púbico.
El contenido del canal inguinal es el conducto deferente en hombres,
y el ligamento redondo del útero en mujeres.
El triángulo de Scarpa está delimitado superiormente por el ligamento inguinal.
Contiene el canal femoral,
y la arteria,
vena y nervio femorales.
Por lo tanto,
la situación del canal femoral es inferior al ligamento inguinal,
lateral al tubérculo del pubis y medial a la vena femoral.
Las hernias inguinales son el tipo más frecuente de hernias de pared abdominal.
En ellas el saco herniario se localiza en la región inguinal,
por encima del ligamento inguinal.
Existen dos tipos: directa e indirecta.
La hernia inguinal indirecta es mucho más frecuente, y su localización es lateral a los vasos epigástricos inferiores,
ya que su contenido protruye a través del anillo inguinal profundo para penetrar en el canal inguinal hasta llegar al escroto o los labios mayores.
Por el contrario,
la hernia inguinal directa protruye a través del triángulo de Hesselbach,
por lo que es medial a los vasos epigástricos inferiores (Figura 1).
Las hernias femorales / crurales son mucho menos frecuentes,
aunque se asocian más comúnmente a complicaciones y suelen presentarse en mujeres.
El saco herniario protruye a través del canal femoral hacia la porción antero-medial del muslo,
por lo que su situación es caudal al ligamento inguinal y medial a la vena femoral común,
pudiendo producir síntomas por compresión de la misma.
Para estudiar ecográficamente los distintos tipos de hernias inguino-crurales se debe localizar la salida de los vasos epigástricos inferiores a partir de los vasos ilíacos externos en el plano axial (Figura 2),
rotando oblicuamente el transductor,
de tal forma que el aspecto medial pase a ser inferior (Figura 3).
En este plano discurre el eje longitudinal del ligamento inguinal (estructura fibrilar hiperecogénica) (Figura 4).
El contenido herniario será medial (directa) (Figura 5) o lateral (indirecta) (Figura 6) a los vasos epigástricos inferiores.
Las hernias crurales se diagnostican desplazando inferiormente el transductor (son caudales al ligamento inguinal),
siendo el saco herniario medial a la vena femoral común (Figura 7).
Es importante tipificar el tipo de hernia inguino-crural para realizar una correcta planificación quirúrgica,
ya que en las hernias inguinales se realiza una incisión oblícua mientras que en las femorales la incisión es vertical.
En las hernias inguinales directas el tratamiento suele ser conservador.
La complicación más común de las hernias inguino-crurales es la obstrucción intestinal secundaria a hernia incarcerada.
Los hallazgos ecográficos que permiten su diagnóstico son la presencia de líquido en el saco herniario,
engrosamiento de la pared del asa afectada (Figura 8),
dilatación proximal de asas intestinales y líquido libre abdominal (Figura 9).