El carcinoma de células renales es el tercer tumor urológico más frecuente,
después de las neoplasias de próstata y vejiga.
Se diagnostican más de 4500 casos al año en nuestro país (5,8 casos/100000 habitantes)1.
El carcinoma de células renales no es una sola patología,
sino una entidad con múltiples subtipos histológica,
genética o molecularmente diferentes.
El resultado de estos hallazgos ha sido la clasificación de tumores renales del adulto de la OMS de 20042.
Fig. 1: Clasificación de la OMS de los tumores de células renales.
References: Eble JN, Sauter G et al: World Health Organization Classification of Tumours. Pathology and Genetics of Tumors of the Urinary System and Male Genital Organs. IARC Press, Lyon 2004.
El interés de esta clasificación es la asociación de los distintos subtipos con un comportamiento clínico y pronóstico diferentes.
Clásicamente se resume en estos cinco subtipos histomorfológicos:
1.- Carcinoma renal de células claras (también llamado carcinoma renal convencional o hipernefroma): 75% de los casos aproximadamente
2.- Carcinoma papilar de células renales (también llamado carcinoma cromófilo o carcinoma tubulopapilar): 10-15%
3.- Carcinoma cromófobo de células renales
4.- Carcinoma de los conductos colectores de Bellini
5.- Inclasificable
Nos centraremos ahora en el carcinoma renal papilar,
objeto de este trabajo.
CARCINOMA PAPILAR DE CÉLULAS RENALES
- CARACTERÍSTICAS EPIDEMIOLÓGICAS Y ANATOMO-PATOLÓGICAS
Como hemos visto,
el carcinoma renal papilar es el segundo carcinoma de células renales más frecuente (10-15% de los casos).
Supone aproximadamente un 3% de todos los tumores sólidos renales2.
La edad de presentación se encuentra entre 52 y 66 años y es más frecuente en varones,
de manera similar al carcinoma renal de células claras2.
Hasta en un 30% de los casos son bilaterales y multifocales.
De hecho,
es el tumor renal bilateral y multifocal más frecuente2.
Macroscópicamente suelen ser tumores bien delimitados (pseudocápsula) y generalmente contienen áreas de necrosis,
hemorragia y degeneración quística.
El grado de vascularización intratumoral es bajo.
Microscópicamente el tumor renal papilar está formado por células epiteliales malignas que forman proporciones variables de papilas y túbulos.
Otras características incluyen agregados de macrófagos,
calcificaciones y frecuentes gránulos de hemosiderina.
Clásicamente se distinguen dos subtipos histomorfológicos (FIGURA 2) con distinto comportamiento clínico,
descritos por Delahunt et al3,4:
- Tipo 1: Papilas cubiertas por células pequeñas con escaso citoplasma y bajo grado nuclear (1 ó 2 de Fuhrman) dispuestas en una sola capa sobre la membrana basal.
Este tipo de tumores se presentan con menor estadio y tienen mayor supervivencia.
La multifocalidad es más frecuente.
-Tipo 2: Papilas cubertas por más de una capa de células epiteliales de mayor grado nuclear (3 ó 4 de Fuhrman) con citoplasma eosinofílico y núcleos estratificados.
Sin embargo,
hay tumores papilares atípicos que no pueden ser clasificados como tipo 1 o tipo 2 (tumores tipo 1 con células de alto grado nuclear, tumores tipo 2 con células de bajo grado nuclear,
lesiones que presentan áreas con características tipo 1 y otras tipo 2 o con características de tumor papilar y otras de células claras...)5,6,7.
Es decir,
existen nuevas entidades,
algunas no bien definidas,
que están engrosando el espectro de tumores renales con morfología papilar.
Lejos de estar cerrada,
la clasificación de los tumores renales se irá actualizando a la luz de los nuevos hallazgos surgidos fundamentalmente en el campo de la genética8.
La mayoría son esporádicos,
generalmente por alteración genética,
aunque existen formas familiares9:
- cáncer papilar de células renales hereditario: tumores tipo 1 múltiples y bilaterales
- leiomiomatosis hereditaria: asociado a tumores papilares tipo 2
- Síndrome Birt-Hogg-Dubé: múltiples oncocitomas y carcinomas de células renales cromófobos,
de células claras y papilares.
Globalmente la supervivencia de los pacientes es del 49 al 84% a los 5 años,
fundamentalmente en función del estadio al diagnóstico,
grado tumoral y la presencia o no transformación sarcomatoide -ésta última se da en un 3-4% de los casos,
tanto en tumores tipo 1 como tipo 2-2.
Los datos son más favorables que en carcinoma renal de células claras principalmente porque los carcinomas de tipo papilar presentan menor tamaño y estadio tumoral al diagnóstico,
ya que parece que el subtipo histológico no es un factor predictor de mortalidad por cáncer independiente.
Un diagnóstico radiológico que oriente sobre el subtipo histológico de tumor renal puede ser interesante en el manejo de los pacientes. Saber que puede tratarse de un carcinoma renal papilar en pacientes con alto riesgo quirúrgico puede permitir plantearse esperar y controlar la lesión o utilizar tratamientos menos agresivos.
En caso de tratamiento quirúrgico sabremos que el sangrado quirúrgico será menos probable dada la menor vascularización de estos tumores.
Además,
los tumores renales papilares parece que responden de distinta manera a los tratamientos quimioterápicos clásicos y a las terapias antiangiogénicas,
por lo que el diagnóstico de un tumor papilar puede contribuir a una mejor planificación del tratamiento.
A continuación se describen varios aspectos claves en el diagnóstico radiológico de los tumores renales y en concreto del carcinoma renal papilar:
a) Realce.
La medida del realce de una lesión renal es el parámetro más importante en la caracterización de las mismas,
especialmente en la diferenciación de carcinoma renal de células claras (convencional) y no convencional.
¿Cómo medir el grado de realce en los tumores renales?
El grado de realce de una lesión se mide comparando la atenuación de la misma antes y después de la administración de contraste intravenoso.
Las fases recomendadas para el estudio de tumores renales son: estudio basal,
fase corticomedular (25-30 seg tras la inyección de contraste),
fase nefrográfica (80-180 seg tras la inyección) y fase excretora (5-8 min tras la inyección de contraste)10.
Fig. 2: Fases del estudio de tumores renales
- La fase óptima para valorar el grado de captación de la lesión,
especialmente en el caso de tumores renales de células claras,
es la fase corticomedular en la que el realce de los vasos y la corteza es máximo.
Conviene saber que esta fase puede no demostrar lesiones corticales hipervasculares o medulares hipovasculares.
- La fase nefrográfica en la que tanto corteza como médula aparecen hipercaptantes es mejor para detectar pequeños tumores y es más diagnóstica en el caso de tumores menos vascularizados como papilares o cromófobos.
La tomografía computarizada (TC) permite una cuantificación de este grado de realce.
Dada la rapidez y accesibilidad esta técnica,
la TC multidetector es la técnica de elección para el diagnóstico y estadificación del cáncer renal.
Para medir la atenuación media de la lesión se aconseja colocar el ROI en la parte sólida realzable abarcando la mayor área posible y evitando calcificaciones. Se recomienda obtener tres medidas para asegurarnos de que detectamos posibles áreas de realce y hacer la media de las mismas.
Las medidas deben hacerse en niveles equivalentes de las distintas fases11.
En general,
se acepta que:
- Un realce mayor de 20 unidades Hounsfield (UH) se considera significativo y puede decirse que diferencia lesiones líquidas que no realzan de tejido blando que realza.
- Un realce menor de 10 UH indica ausencia de realce.
- Un realce entre 10 u 20 UH se considera indeterminado y se deberá recurrir a la RM para su caracterización.
- En los casos en los que el tumor renal sea un hallazgo incidental se acepta que un lavado de más de 10 UH respecto a fase tardía es sospechoso.
Conviene señalar en este punto que hay un gran número de factores que pueden influenciar la medida de los valores de atenuación de las lesiones y por tanto el grado de realce.
Los factores extrínsecos son variables mecánicas (volumen de contraste,
caudal...) y pueden controlarse utilizando protocolos estandarizados.
Los factores intrínsecos son variables que dependen de las características anatómicas y fisiológicas de cada paciente como el peso,
la función cardiaca,
el estado de hidratación o la función renal,
y hacen que la cantidad de sangre y por tanto de contraste que llega a un órgano difiera en cada paciente.
Se han propuesto varias maneras de controlarlo.
Ruppert-Kohlmayr et al12 proponen ingualar la atenuación de la aorta a nivel de las arterias renales en todos los pacientes en base a que si la atenuación en los vasos es la misma,
las condiciones para el realce de las lesiones también serán las mismas.
Utilizan un valor de atenuación estandarizado para la aorta (250 UH en fase corticomedular y 120 UH en fase nefrográfica) y calculan un "valor de atenuación corregido" mediante regla de tres.
Fig. 3: La figura muestra cómo calcular el valor de atenuación corregido según el método propuesto por Kuppert-Kohlmayr et al.
Herts et al10 utilizaron el ratio de realce del tumor respecto al realce de la aorta.
Se les critica que resulta poco práctico ya que estamos acostumbrados a trabajar con UH y no con ratios.
Los carcinomas de células renales papilares típicamente realzan menos en todas las fases postcontraste que los carcinomas renales de células claras debido a la menor vascularización intratumoral que presentan9.
Algunos estudios concluyen además que el tumor renal papilar realza más lentamente,
por lo que los valores de atenuación en fase nefrográfica pueden ser mayores que en fase corticomedular13,14.
Fig. 4: La imagen muestra un tumor cortical exofítico bien delimitado, hipodenso en el estudio basal y con escaso realce tras la inyección del mismo (incremento de 22 UH aproximadamente). El estudio anatomopatológico de nefrectomía parcial confirmó el diangóstico de tumor renal papilar tipo 1.
Fig. 5: Las imágenes muestran un tumor renal sólido hallado incidentalmente en un angio-TC abdominal realizado por una hemorragia digestiva masiva. El tumor mostró un realce escaso, mayor en fase más tardía. Se realizó nefrectomía parcial y el diagnóstico fue de tumor papilar renal tipo 1 de 2 cm de diámetro.
En el estudio de Ruppert-Kohlmayr et al12 antes mencionado revisan las características radiológicas de 89 tumores de células claras y 16 tumores papilares siguiendo dicho criterio y afirman que el "valor de atenuación corregido en fase corticomedular" es el parámetro más sensible y preciso para diferenciar tumores renales de células claras de tumores papilares/hipovasculares (más que el realce relativo en fase postcontraste respecto a la fase basal).
Si éste es >100 UH sugiere tumor de células claras con una precisión del 95,7%.
Un "valor de atenuación corregido en fase nefrográfica" > 85 UH sugiere asimismo tumor de células claras con una precisión del 94,8%.
En el estudio de Kim et al14 revisaron las diferencias radiológicas entre distintos subtipos de carcinoma de células renales en 125 pacientes.
Utilizaron un incremento mayor de 84 UH en fase corticomedular (no corregido) como orientativo para el diagnóstico de carcinoma renal de células claras,
con una sensibilidad del 84% y especificidad del 91%.
Los carcinomas papilares estudiados realzaron 53 UH (± 15 UH).
Fig. 6: La imagen muestra el cálculo del realce una lesión renal derecha. Tanto el realce absoluto como el corregido eran significativos y sugestivos de tumor renal hipervascular, probable carcinoma renal de células claras. El diagnóstico se confirmó tras el análisis de la pieza quirúrgica.
Fig. 7: En el polo superior del riñón izquierdo se observa una lesión hipodensa incluso de aspecto quístico en el estudio basal que muestra un realce moderado tras la inyección de contraste intravenoso que sugiere su carácter sólido. Al calcular el valor de atenuación corregido no presenta características de tumor hipervascular (células claras). Se realizó tumorectomía y el diagnóstico anatomopatológico fue de tumor papilar tipo 1 de 2,5 cm, sin necrosis.
Ruppert-Kohlmayr et al12 y Egbert et al15 encontraron algunos tumores papilares con un incremento de atenuación entre 10 y 20 UH (“indeterminado") o incluso <10 UH (considerado "ausencia de realce") por lo que sugieren que la ausencia de realce no es suficiente para afirmar que una lesión es benigna,
por ejemplo,
un quiste hiperdenso.
En estos casos dicen que es útil valorar el grado de homogeneidad de la lesión ya que si son heterogéneas las lesiones suelen tener potencial maligno.
Fig. 8: Las imágenes muestran una lesión redondeada en el polo inferior del riñón izquierdo de unos 5 cm de diámetro con un valor de atenuación media en el estudio basal de 30 UH y escaso realce tras la inyección de contraste intravenoso (incremento de 10-15 UH, considerado indeterminado), algo heterogéneo. Este paciente había sido estudiado unos años antes, la lesión era de menor tamaño y no se objetivó realce significativo, por lo que el diagnóstico radiológico había sido de probable quiste con contenido denso. Ante el aumento del tamaño de la lesión y su realce escaso aunque heterogéneo, el diagnóstico radiológico fue de tumor sólido, probable tumor papilar renal, que se confirmó tras el análisis de la pieza de nefrectomía.
Tambíén afirman que la RM puede ser más sensible que la TC en la detección de realce en una lesión renal12.
En cuanto a la atenuación de las lesiones renales en el estudio basal,
parece que no hay diferencias estadísticamente significativas entre la de los tumores de células claras,
papilares o cromófobos11.
En la práctica general,
si una masa heterogénea realza de manera similar a la corteza renal es probable que corresponda a un carcinoma renal de células claras y si realza en menor grado probablemente se trate de un tumor papilar o cromófobo ("no células claras")9.
En cuanto a las metástasis,
es frecuente que reproduzcan las características radiológicas del tumor de origen,
por lo que en el caso de los tumores papilares renales suelen ser hipovasculares.
No deben confundirse con las metástasis de tumores renales de células claras tratados con antiangiogénicos,
que se muestran también hipovasculares9.
b) Contenido.
El carcinoma renal papilar es homogéneo con mayor probabilidad que el carcinoma de células claras,
especialmente si es menor de 3 cm.
Esta homogeneidad traduce el carácter predominantemente sólido de estas lesiones.
Sin embargo,
el tumor papilar mayor de 3 cm puede ser heterogéneo con áreas de necrosis y hemorragia.
Esta característica,
como veremos más adelante, ayuda a diferenciarlo del carcinoma de células renales cromófobo,
ambos hipovasculares aunque éste tiende a ser homogéneo aunque sea grande9.
Fig. 9: Las imágenes muestran una lesión redondeada en el polo inferior del riñón izquierdo con realce ligero-moderado y héterogéneo. Se realizó nefrectomía parcial con el diagnóstico anatomopatológico de tumor papilar tipo 1 grado histológico II que no infiltra la cápsula renal, estadio T1.
Fig. 10: Las imágenes muestran una masa renal izquierda que corresponde a un tumor renal de células papilares tipo 1, variante sólida sin necrosis. Estas características anatomopatológicas se reflejan en el carácter homogéneo de la lesión, que presenta un realce leve que se hace más evidente en fase más tardía, hallazgo descrito en este tipo de tumores. No disponemos de fase basal.
Las calcificaciones son más frecuentes en el tumor renal papilar que en el de células claras,
aunque su presencia o ausencia no tiene valor en su diferenciación9.
El carcinoma renal papilar puede contener grasa16 Hay otros tumores renales que pueden tener grasa como los angiomiolipomas,
cuyo diagnóstico se complica cuando el contenido es escaso.
Fig. 11: Paciente que fue estudiado al haberse objetivado en ecografía una masa en el polo inferior del riñón izquierdo. Recientemente había sido intervenido por un tumor urotelial por vía endoscópica (ureterectomía parcial derecha). El estudio de TC reveló una masa renal con realce leve y heterogéneo así como calcificación lineal periférica parcial. El análisis macroscópico de la pieza de nefrectomía parcial lo describía como un tumor heterocrómico con áreas hemorrágicas y otras necróticas. El diagnóstico fue de tumor híbrido (carcinoma papilar de células renales y carcinoma renal de células claras).
Fig. 12: En el estudio de TC se observa una masa renal bien delimitada en el polo inferior del riñón derecho hipodensa con escaso realce (incremento de unas 20 UH aprox.), que contiene pequeñas calcificaciones en su porción inferior -flecha roja- y un área puntiforme de densidad grasa en la zona central-flecha azul-. Radiológicamente se informó de probable tumor papilar, que se confirmó en el estudio histológico de la pieza de nefrectomía parcial.
Fig. 13: Varón de 39 años en estudio por masa renal diagnosticada incidentalmente en ecografía abdominal realizada por elevación de transaminasas. Las imágenes muestran un tumor renal de gran tamaño (9 cm) con realce pobre ligeramente heterogéneo (atenuación media en estudio basal 34 UH, corticomedular 52 UH y nefrográfica 56 UH). Presenta algún punto graso –flecha verde- y una calcificación interna puntiforme –flecha amarilla- y protruye hacia el seno renal –línea de puntos-. Se realizó nefrectomía radical. El estudio de la pieza quirúrgica reveló un tumor renal papilar estadio pT1 con rasgos morfológicos que orientaban a posible leiomiomatosis y tumor hereditario. El estudio genético descartó esta asociación.
c) Tamaño y morfología.
Al hablar del tamaño y morfología de los tumores renales papilares es necesario hacer una distinción entre los tumores tipo 1 y tipo 2.
Yamada et al17 publicaron un artículo en 2008 en el que revisaban las características tomográficas de 19 tumores papilares para determinar si existían diferencias en las características radiológicas de los dos subtipos.
Encontraron que los tumores tipo 1 tienden a ser más homogéneos y con márgenes bien delimitados mientras que los tumores tipo 2 suelen diagnosticarse en estadios más avanzados (algo que ya vieron Delahunt et al en 19973) y presentan márgenes mal definidos con frecuente infiltración centrípeta y trombo tumoral,
puntualizando que los tumores tipo 2 en estadios precoces presentan características similares a los tipo 1.
Ambos subtipos de tumor papilar siguen un patrón hipovascular,
aunque los tipo 2 son de alguna manera "heterogéneamente hipodensos".
En los casos en los que se hizo seguimiento de los pacientes,
los tumores tipo 2 crecieron más rápidamente y en un año ya podían invadir la vena renal mientras que los tipo 1 se mantenían estables dos años.
Egbert et al15 analizaron también las características de los tumores papilares tipo 1 y 2 tanto en TC como en RM.
Encontraron que los tumores tipo 2 tendían a ser más grandes,
con márgenes infiltrativos en TC,
más frecuentemente heterogéneos y con calcificaciones,
características similares a las descritas por Yamada et al.
En RM no encontraron diferencias estadísticamente significativas en ninguno de los items estudiados.
Concluyen que aunque hay algunas diferencias entre los subtipos 1 y 2,
existe solapamiento y no es posible hacer un diagnóstico de certeza basado en las características radiológicas.
Fig. 14: El esquema refleja las principales diferencias entre los tumores renales papilares tipo 1 y 2. Los tumores tipo 1 en general presentan márgenes bien delimitados y la corteza renal se encuentra preservada. Los tumores tipo 2 parece que se originan en los túbulos proximales, afectando la corteza renal y se extienden centrípetamente más que infiltrando la cortical adyacente, que se encuentra preservada. Véase que el tumor se extiende más allá de la cápsula renal.
Tomado de Yamada et al. AJR 2008; 191:1559-1563.
Fig. 15: Las imágenes corresponden a dos casos de tumores papilares tipo 1 y tipo 2 estudiados en nuestro centro, que presentan las características radiológicas diferenciadoras antes descritas.
Fig. 16: La imagen muestra un tumor renal papilar tipo 2. Presenta una densidad baja pero heterogénea con márgenes peor delimitados y se observa cómo se introduce en el interior del sistema colector.
d) Aspecto en ecografía.
La ecografía tiene un valor limitado en el diagnóstico radiológico de tumores renales papilares,
ya que pueden se han descrito tanto tumores hipoecoicos como hiperecoicos. En nuestra experiencia es más habitual que se presenten como lesiones heterogéneas ligeramente hiperecogénicas.
La principal utilidad de la ecografía radica en su capacidad de diferenciar lesiones quísticas y sólidas.
Fig. 17: La imagen muestra dos ejemplos de tumores renales estudiados en nuestro centro mediante ecografía. Se muestran ligeramente ecogénicos y heterogéneos y plantean diagnóstico diferencial fundalmentalmente entre angiomiolipoma o carcinoma de células renales.
e) Aspecto en resonancia magnética (RM).
En resonancia magnética (RM) los tumores renales papilares suelen ser hipointensos en T1 y en T2,
a diferencia de los carcinomas de células claras que se muestran iso-hipointensos en T1 e hiperintensos en T2.
Parece que esta hipointensidad en T2 se explica por el contenido en hemosiderina,
hemorragia reciente,
marcada hipocelularidad con un trasfondo de colágeno y/o por el alto grado núcleo/citoplasma13.
La RM parece más sensible para detectar el realce de las lesiones y puede ser útil en los casos en los que no se objetiva realce significativo mediante TC. Asimismo aporta mejor definición tisular.
Por contra, no permite cuantificar el grado de realce ni es útil en la identificación de calcificaciones.
PITFALLS EN EL DIAGNÓSTICO RADIOLÓGICO DEL CARCINOMA RENAL PAPILAR
1. El carcinoma renal papilar puede confundirse con el quiste simple por su aspecto radiológico.
El tumor papilar puede presentarse como una masa quística debido a su propia arquitectura interna o secundaria a degeneración quística o necrosis,
y de hecho constituye un 25% de los tumores quísticos.
Aunque en algunos casos puede ser complicado,
la característica diferenciadora es el grado de realce.
El quiste simple presenta un pseudorrealce <10 UH.
Si el realce es de 10 a 20 UH en principio debe considerarse sospechoso.
Aunque hay múltiples subtipos de tumor de células renales que pueden tener aspecto quístico,
si es unilocular probablemente sea papilar.
Lo característico es un tumor quístico con un nódulo intramural que realza.
Fig. 18: Aspecto típico de un quiste simple renal en ecografía, tomografía computarizada y resonancia magnética (secuencias T2 arriba y T1 abajo). Véase los valores de atenuación media en el estudio de TC sin contraste (14 UH) y la ausencia de realce significativo (17 UH en fase corticomedular).
Fig. 19: Las imágenes de ecografía muestran varios quistes renales y otra lesión de aspecto hipoecoico, no quístico, por lo que se completó el estudio con TC para descartar tumoración sólida. Como se muestra en las imágenes, parece existir un ligero realce, mayor en fase nefrográfica, con un incremento global de unas 15 UH. Dados los hallazgos se planteó el diagnóstico de posible tumor papilar vs quiste. La RM reveló que se trataba de un quiste simple, hiperintenso en T2 e hipointenso en T1.
Fig. 20: La imagen ilustra la amplia variación en la medida de la atenuación de una lesión en función del tamaño de la región de interés (ROI), lo que puede conducir a errores diagnósticos. El problema se acentúa en el caso de tumores de muy pequeño tamaño, en los que además hay que evitar incluir parénquima renal normal en la región de interés.
2. El carcinoma renal papilar puede tener un aspecto similar al del carcinoma de células renales cromófobo.
Ambos tienen menor densidad microvascular que el de células claras y puede ser difícil diferenciarlos ya que muestran escaso realce en estudios con contaste intravenoso.
En el estudio de Kim et al14 no encontraron diferencias significativas entre el grado de realce de tumores papilares y cromófobos.
El subtipo cromófobo tiende a ser homogéneo aunque sea grande,
a diferencia del papilar que puede ser heterogéneo cuando es mayor de 3 cm.
Tanto los tumores papilares como los cromófobos presentan mas calcificaciones.
No suele mostrar invasión perirrenal ni vascular,
y de hecho es el tumor de células renales con mejor pronóstico (90% de supervivencia a los 5 años).
Fig. 21: Se observa un tumor renal sólido hipodenso (hipovascular) con calcificaciones grumosas internas. Por su aspecto radiológico pudiera corresponder también a un tumor papilar, aunque el hecho de que sea homogéneo a pesar del tamaño (46 mm de diámetro mayor) orienta más probablemente a carcinoma cromófobo.
3. El carcinoma papilar puede mostrar contenido graso,
lo que no debemos confundirlo con un angiomiolipoma18.
En RM el angiomiolipoma se muestra asimiso hipointenso en secuencias ponderadas en T2,
aunque a diferencia del tumor papilar,
el angiomiolipoma realzará moderadamente.
Otro aspecto útil en el diagnóstico diferencial de estos dos tumores es que los angiomiolipomas en principio no contienen calcio,
por lo que la asociación de grasa y calcificaciones en una lesión renal prácticamente nos permite excluir el diagnóstico de angiomiolipoma -salvo en alguna ocasión como veremos en la siguiente figura-.
Fig. 22: Paciente en seguimiento por linfangioleiomiomatosis. En las imágenes más caudales del estudio de TC torácico se objetivó una masa en el polo superior del riñón derecho. Se trataba de una masa sólida de crecimiento predominantemente exofítico, tenuemente hiperdensa en el estudio basal con moderada captación homogénea del contraste intravenoso. No presentaba calcificaciones ni áreas de densidad grasa. Dadas las características de la lesión y la asociación a su enfermedad de base se sugirió el diagnóstico de angiomiolipoma con escaso contenido graso, que se confirmó en una biopsia renal. La paciente ha seguido controles y la lesión permanece estable.
Fig. 23: Las imágenes muestran una lesión renal hipodensa con calcificaciones grumosas y mínimo contenido graso. En el diagnóstico diferencia habría que considerar el tumor papilar. Sin embargo la paciente tenía un estudio de TC realizado 8 años antes en el que la imagen era superponible, por lo que se diagnosticó de lesión renal benigna compatible con angiomiolipoma con escaso contenido graso (ver referencia bibliográfica 18).