Los métodos tradicionales de evaluación de cancer de próstata como el tacto rectal,
la ecografía transrectal,
las biopsias por sextantes y el antígeno prostático específico (PSA) son capaces de predecir tumores indolentes y tumores muy agresivos.
Sin embargo,
la mayoría de pacientes se encuentran en una situación intermedia,
en la que la precisión de las técnicas mencionadas es limitada1,
2.
Debido a estas limitaciones se ha estudiado el valor de la Resonancia prostática en el estudio de la extensión local del cáncer de próstata,
con resultados esperanzadores3.
En la última década ha mejorado la tecnología de la RM de próstata y la experiencia de los radiólogos que la informan.
Nuevas técnicas,
como la RM con espectroscopia (MRSI),
la utilización de contraste dinámico,
las técnicas de perfusión y difusión,
los estudios con alto campo magnético,
el procesamiento de la imagen y los sistemas de imagen y comunicación (PACS) han dado lugar a un gran avance en la interpretación de las RM en el cáncer de próstata.
Tanto las imágenes de RM de próstata como las de espectroscopia pueden evaluar la agresividad tumoral.
Se ha objetivado que los índices de espectroscopia y los datos bioquímicos de los estudios de espectroscopia correlacionan con el Gleason Score.
También estudios recientes han demostrado que algunos parámetros obtenidos con sistemas de RM como el ADC (Apparent Diffusion Coefficient) y el tiempo de relajación en T2,
correlacionan con la celularidad tumoral4
En la actualidad el uso fundamental de esta herramienta diagnóstica se centra en la estadificación local macroscópica de la enfermedad.
Es importante conocer la existencia de nódulos tumorales prostáticos,
la uni o bilateralidad del tumor y más importante aún,
establecer si existe extensión extraprostática,
dado que la presencia de la misma (estadios cT3-T4) confiere un pronóstico desfavorable a la enfermedad 5,
6.
La RM también permite explorar en el mismo procedimiento las áreas de drenaje ganglionar y explorar las estructuras óseas pélvicas para descartar la afectación metastásica ganglionar u ósea.
La probabilidad de presentar extensión extracapsular (EEC),
infiltración de vesículas seminales y afectación pélvica ganglionar se puede determinar clínicamente con la utilización de nomogramas,
como los de Kattan y Partin.
Estos nomogramas estiman el estadio patológico en base al nivel de PSA pretratamiento,
el estadio clínico y el grado de Gleason en el espécimen de la biopsia1,
7
Aunque los nomogramas no integran los resultados de las exploraciones radiológicas,
éstas y principalmente la RM,
pueden contribuir en gran medida a mejorar la capacidad de los nomogramas para predecir la presencia de EEC,
infiltración de vesículas seminales y afectación metastásica ganglionar.
Siendo los pacientes que más se beneficiarían,
aquellos con riesgo intermedio o alto.
De entre las distintas técnicas de irradiación existentes en la actualidad para el cáncer de próstata,
la Braquiterapia representa la técnica de RT superior en términos de conformación de dosis y la que permite una escalada de dosis mayor.
Esta técnica posee la cualidad de administrar dosis extremadamente altas de irradiación,
ajustando las isodosis a la próstata con una precisión milimétrica,
manteniendo los órganos sanos adyacentes como la uretra y el recto en dosis tolerables8.
Esta precision extrema de la Braquiterapia exige que para realizar una técnica de excelente calidad sea necesario un correcto estadiaje local de la enfermedad prostática,
y las técnicas utilizadas actualmente como la ecografía transrectal no han demostrado que aporten información clínica útil a la obtenida mediante el tacto rectal.9
Se presentan los resultados de 50 pacientes con diagnóstico de cáncer de próstata candidatos a Braquiterapia de alta tasa de dosis (HDR) a los que se les ha realizado RM prostática,
y la implicación de ésta en el estadiaje de local,
estratificación por grupos de riesgo y tratamiento recibido.