ESFENOIDES
Previo al proceso de neumatización,
el hueso sufre una transformación de su médula ósea en médula ósea grasa.
En algunos individuos se produce una interrupción del proceso antes de que la mucosa respiratoria se haya extendido por estas zonas de médula ósea grasa.
Esta interrupción en la neumatización puede dar lugar a pseudolesiones en los estudios de imagen de TC o RM.
Se manifiestan como zonas en la teórica localización del seno neumatizado,
pero que presentan contenido ,
hipodenso en el TC Fig. 1 e hiperintenso en las secuencias TSE T2 y T1 de RM Fig. 2,
con unos márgenes esclerosos bien definidos y sin asociar expansión ni otro tipo de deformidad ósea.
En el TC puede aparecer además calcificaciones curvilineas.
CLIVUS
Originariamente es una estructura cartilaginosa que,
a lo largo del remanente notocordal,
se osifica para formar el basiesfenoides y el basioccipucio.
La sincondrosis entre estos 2 huesos se fusiona de forma completa aproximadamente a los 25 años.
Restos notocordales pueden impedir la completa osificación dando lugar a un defecto óseo ventral en el techo de la nasofaringe,
la fosa navicular magna,
generalmente ocupado por tejido adenoideo.
En los estudios de RM por efecto de volumen parcial puede simular erosión en el margen anterior del clivus.
Se identifica con claridad en los estudios de TC y no suele presentar problemas de diagnóstico diferencial con otras lesiones.
Fig. 3
APEX PETROSO
El ápex petroso se define como la porción del hueso temporal localizada anterior y medial al oído interno.
Es una estructura de forma piramidal que se extiende medial y anteriormente hacia el centro geométrico de la base del cráneo.
El tentorio se fija al borde superior de dicha pirámide que en ocasiones pude presentar un surco por el que discurre el seno petroso superior,
hallazgo que no debe ser interpretado como patológico. Fig. 4
La neumatización del ápex petroso aparece en un 30% de los individuos,
siendo asímetrica en el 4% de los mismos.
El contenido graso de la médula ósea en un ápex no neumatizado produce una imagen de hiperintensidad de señal en RM,
que en los casos de asímetria en la neumatización puede simular lesiones,
principalmente un granuloma de colesterol.
Fig. 5
La ausencia de efecto masa o expansión ósea y la atenuación de la hiperintensidad en las secuencias con saturación grasa permiten descartar generalmente la posibilidad de granuloma.
En caso de persistir la duda se debe recurrir al TC que demuestra con mayor claridad la preservación de la estructura ósea intacta de un ápex petroso no neumatizado.
No son necesarios más estudios de seguimiento.
Fig. 6
La ocupación por secreciones de un ápex neumatizado puede aparecer hasta en el 1% de los individuos.
En la imagen de la RM el ápex petroso con retención de secreciones aparece hiperintenso en la secuencia T2.
La señal en T1 puede ser variable según el contenido proteico de las secreciones.
El TC demuestra la ocupación de las celdillas de forma aislada sin evidencia de expansión ósea,
erosión trabecular o interrupción de la cortical.
El ápex contralateral habitualmente tiene una neumatización similar al lado de interés y además suele estar aireado.
Fig. 7
Se consideran hallazgos casuales sin repercusión clínica.
Algunos autores recomiendan control radiológico por la posibilidad de desarrollar un mucocele o granuloma de colesterol,
si bien esta hipótesis no ha sido demostrada.
El cefalocele del ápex petroso representa una protrusión de la aracnoides o la duramadre,
desde el cavum de Meckel en forma de meningocele hacia el ápex petroso.
Su causa es desconocida.
Se asocia a situaciones de hipertensión intracraneal como el pseudotumor cerebri.
En RM se sitúan anterior al ápex del peñasco con bordes bien definidos y tienen señal de LCR en todas las secuencias Fig. 8 .
Puede aparecer un realce lineal periférico de la lesión que representa el plexo venoso periganglionar Fig. 9.
Las secuencias T2 coronal y 3D (CISS-FIESTA) son las más útiles para demostrar la comunicación con el cavum de Meckel Fig. 10.
En TAC se puede ver como una lesión expansiva no agresiva del ápex del peñasco de bordes lisos Fig. 11.
AGUJEROS
Leves asimetrías en el tamaño de los agujeros pueden ser considerados variantes de la normalidad,
sin embargo diferencias importantes de tamaño deben ser consideradas como un signo de sospecha de tumoración subyacente.
Como norma general,
los agujeros que contienen estructuras venosas tienen tendencia a una mayor asímetria.
En el agujero oval se han descrito asímetrias en el tamaño hasta en el 30% de los individuos,
sin identificar patología asociada.
Como norma general,
la asimetria no debe ser mayor de 4mm.
para considerarse como una variante normal.
La asímetria en sujetos sanos se piensa que es debida al mayor componente de venas emisarias o por la confluencia con el foramen de Vesalio Fig. 12.