Los 11 pacientes de nuestro estudio habÃan padecido una meningitis en la infancia temprana (entre 8 meses y 6 años,
con media de 4 años y 2 meses).
Conocemos el germen causante en 7 de los casos,
5 de los cuales eran secundarios a Streptococcus pneumoniae (Figs 1,
3,
7,
8,
10) 1 a Haemophilus influenza (Fig 5) y 1 a Neisseria meningitidis (Fig 6).
Los 5 pacientes a los que se les realizó RM durante la meningitis aguda tenÃan hallazgos comunes en los oÃdos internos: hiperseñal en la secuencia T2 Flair del laberinto y el CAI y realce tras la administración de contraste intravenoso.
En cuanto al diagnóstico de la laberintitis osificante,
este se realizó con TC y RM,
salvo en dos casos.
En uno,
tras el diagnóstico por RM,
se decidió no hacer TC por ser una hipoacusia unilateral y moderada,
sin indicación de implantes cocleares.
Otro paciente se diagnosticó directamente por TC y no se consideró necesario realizar más estudios.
El tiempo transcurrido entre el episodio de la meningitis y el diagnóstico de laberintitis osificante fue variable.
En 7 pacientes,
la meningitis se produce en nuestro medio,
lo que permitió un buen seguimiento posterior.
En estos el diagnóstico más precoz de laberintitis fue de 2 meses,
mientras que el más tardÃo fue de 3 años y 3 meses.
Este último se trataba de una hipoacusia muy leve.
La media de tiempo transcurrido en estos 7 pacientes fue de 16 meses.
Interesa especialmente reseñar un caso en el que durante el episodio agudo,
13 dÃas después de la primera RM con signos de laberintitis aguda,
se realizó otra RM en la que ya habÃa signos de laberintitis al menos fibrosante,
con disminución marcada de la señal T2 intracoclear (Fig 3),
por lo que se decidió realizar cirugÃa de colocación de implantes cocleares en el momento agudo.
Posteriormente se siguió con TC detectando 19 meses después osificación alrededor de los implantes (Fig 4).
En 4 de los casos la meningitis se produjo en su paÃs de origen y consultan entre 5 y 10 años después en nuestro hospital donde son diagnosticados de laberintitis osificante.
Sólo 4 pacientes presentaban alteraciones bilaterales en el estudio de imagen por TC y/o RM.
Sin embargo la mayorÃa (9 de 11) presentaban hipoacusia bilateral,
más o menos asimétrica y solo 2 hipoacusia unilateral.
Sin embargo en los casos con afectación radiológica unilateral esta coincidÃa con el lado de hipoacusia más profunda.
Un hallazgo reseñable en nuestra serie es que todos los pacientes,
incluso aquellos con afectación radiológica muy leve,
tenÃan obliteración del conducto semicircular lateral.
De hecho en 4 de ellos era la única región anatómica alterada.
Esto nos lleva a pensar que la afectación del conducto semicircular lateral es más precoz que en otras áreas y por lo tanto nos puede servir como marcador de enfermedad.
Incluimos una tabla resumen (Tabla 1) con los datos clÃnicos y radiológicos más relevantes en nuestra serie de pacientes.
Las imágenes siguen el orden de la tabla para mayor facilidad de su interpretación.