This poster was originally presented at the SERAM 2012 meeting, May 24-28, in Granada/ES. Este póster ha sido presentado originalmente en el congreso de la SERAM 2012, 24-28 de mayo, en Granada/ES.
www.seram.es
Type:
Presentación Electrónica Educativa
Keywords:
Kidney, CT, Image compression
Authors:
A. Fernández1, G. Anguita Martinez1, D. C. Olivares Morello2, C. García Villafañe1, J. Barrera Ortega1; 1Madrid/ES, 2Santiago de Chile/CL
DOI:
10.1594/seram2012/S-1037
Revisión del tema
El nefrograma es definido como la imagen radiológica del parénquima renal opacificado después de la administración de contraste intravenoso,
siendo un importante indicador de la estructura y funcionalidad renal.
El nefrograma consta de distintas fases como son el estudio basal y las fases córtico-medular,
nefrográfica general y excretora. La fase basal o precontraste se realiza para evidenciar litiasis y para ayudar a distinguir los quistes complicados o hematomas de los tumores.
La fase corticomedular comienza a los 30-70 seg. y en ella se produce la filtración glomerular del contraste,
aportando información sobre la vascularización y perfusión renal,
no obstante pequeños tumores localizados en la porción medular pueden pasar desapercibidos en comparación con la fase nefrográfica (fig.1). Esta última comienza a los 80-120 seg.
donde el contraste es filtrado en los túbulos,
realzando todo el parénquima renal,
siendo el mejor momento para evidenciar y caracterizar lesiones renales.
Por último la fase excretora comienza después de unos 180 seg. donde se pone de manifiesto el sistema pielocalicial y el uréter proximal,
a los 8-10 min.
se visualiza el uréter en toda su longitud.
El nefrograma puede estudiarse desde varias técnicas de imagen como la urografía,
la uro-TC y la uro-RM.
La técnica de la uro-TC puede realizarse con bolo único de contraste y adquiriendo las tres fases basal,
nefrográfica y excretora o bien con un bolo de contraste dividido y adquiriendo un estudio bifásico (basal y nefrográfica-excretora) o trifásico (basal,
arterial y nefrográfica-excretora) (fig.2).
Recordando la fisiopatología del filtrado glomerular (FG) (fig.
3) sabemos que equivale al coeficiente de ultrafiltración por la presión neta de ultrafiltración.
La presión neta se obtiene mediante la fórmula Pneta = P hidrostática capilar – ( P en la cápsula de Bowman + P oncótica). Por lo tanto desde el punto de vista de la patología urológica el FG se verá mermado (nefrograma retrasado) cuando disminuya la presión hidrostática como sucede en la estenosis de la arteria renal (fig.4) y en estados de hipotensión (fig.5) y cuando aumente la presión en la cápsula de Bowman de manera intrínseca o extrínseca como sucede en la uropatía obstructiva (fig.6),
en las colecciones subcapsulares o perirrenales (fig.7) y en la trombosis de la vena renal,
ya que el trombo se opone al gradiente de perfusión arterial.
Lógicamente si el daño de la vascularización arterial es muy importante y la perfusión renal se ve interrumpida como puede darse en la enfermedad tromboembólica, en la disección de la arteria renal,
en traumatismos o en iatrogenia,
veremos una ausencia total o segmentaria del nefrograma dependiendo de si se ha afectado la arteria renal principal (fig.8) o una rama periférica o polar (fig.9).
Por otro lado,
en general las patologías señaladas en el retraso del nefrograma suelen tener después un nefrograma persistente,
debido a que en algunos casos también existe edema intersticial comprimiendo extrínsecamente los túbulos con aumento de la presión intratubular causando retención de contraste.
Como ejemplos tendríamos a la trombosis de la vena renal,
la pielonefritis,
la uropatía obstructiva aguda (fig.10) y las contusiones renales. En la necrosis tubular aguda secundaria a reacción nefrotóxica también hay nefrograma persistente por retención de contraste debido al daño epitelial y a los detritus intratubulares. Muchas veces la combinación de retraso y posterior persistencia del nefrograma se produce de forma parcheada adquiriendo un aspecto de nefrograma estriado,
muy típico de las nefritis infecciosas (fig.11) pero que podría observarse también de forma similar en las contusiones,
en los infartos embolígenos (fig.12),
en la trombosis venosa y en la uropatía obstructiva. El nefrograma en anillo representa la perfusión subcapsular preservada por flujo colateral capsular desde vasos retroperitoneales e ilíacos y se observa fundamentalmente en casos de isquemia renal (fig.13) y en casos aislados de necrosis tubular y trombosis de la vena renal.
En casos de necrosis cortical sucede al contrario apreciándose un anillo periférico no realzante (fig.14).
Por último,
dado que muchas patologías pueden tener alteraciones en el nefrograma similares hay que tener en cuenta hallazgos complementarios en imagen y el contexto clínico del paciente.