Los aneurismas viscerales intra-abdominales son entidades poco frecuentes,
aunque la utilización de las técnicas de imagen ha permitido un mayor diagnóstico de los mismos,
siendo en muchos casos un diagnóstico incidental.
Las principales causas son la arterioesclerosis,
la displasia fibromuscular y las enfermedades del colágeno.
Los aneurismas del tronco celiaco son infrecuentes,
representando un 4% aproximadamente del total de aneurismas viscerales.
La etiología suele ser degenerativa y se asocian a la presencia de aneurismas aórticos (20%) o de otros aneurismas viscerales (40% de los casos).
Existe un riesgo elevado de ruptura y la mortalidad asociada a la misma se estima hasta del 100%.
Los aneurismas de la arteria esplénica son los más frecuentes,
aproximadamente 60% del total.
Suelen ser asintomáticos y solitarios.
Son aneurismas saculares y generalmente de pequeño tamaño al diagnóstico (entre 2 y 4 cm).
Se consideran factores de riesgo para la aparición de estos aneurismas la arterioesclerosis,
la fibrodisplasia medial,
pancreatitis,
hipertensión portal,
poliarteritis nudosa,
el síndrome de Ehlers-Danlos y traumatismos.
El tratamiento de los aneurismas esplénicos puede ser quirúrgico o endovascular y se considera necesario en aquellos mayores de 3 cm,
en pacientes con hipertensión portal pendientes de trasplante hepático,
en caso de ruptura o en aneurismas sintomáticos.
Los aneurismas hepáticos son más frecuentes en pacientes varones y también suelen ser solitarios.
Se localizan en más del 65% de los casos en el segmento extrahepático de la arteria,
y son de etiología degenerativa.
Los aneurismas localizados en el segmento intrahepático de la arteria se asocian con iatrogenia,
traumatismo previo o vasculitis.
Generalmente son asintomáticos y,
en caso de ruptura,
cursan con hemobilia,
dolor epigástrico e ictericia obstructiva.
Por último,
los aneurismas de la arteria mesentérica superior representan un 6% del total de aneurismas viscerales,
son de predominio en pacientes varones de edad media.
El 50% son asintomáticos,
mientras que el resto se asocian a masa pulsátil.
Pueden ser de etiología generativa,
asociado a vasculitis,
micóticos,
iatrogénicos o secundarios a traumatismo previo.
Se realizó un estudio retrospectivo descriptivo de los aneurismas viscerales diagnosticados en nuestro centro entre 2004 y 2013,
que incluyen 13 pacientes (con una edad media de 61 años),
de los cuales el 10 tenía factores de riesgo cardiovascular (hipertensión arterial,
diabetes mellitus o fumadores) y un caso de enfermedad de Rendu-Osler.
De los 13 pacientes,
5 fueron diagnosticados de forma incidental por TC o RMN realizada por otros motivos,
5 casos fueron sintomáticos (2 cursaron con hemorragia digestiva y hemoperitoneo) y en 3 casos se desconoce la sintomatología previa (vease Fig.
1)
Se realizó arteriografía en 11 casos,
permitiendo el diagnóstico,
la localización y tamaño del aneurisma y del cuello aneurismático (vease Fig.
2)
La localización más frecuente en nuestra serie fue la arteria esplénica (en 9 casos),
con tamaño medio de 19 mm,
2 casos se localizaron en AMS,
1 en tronco celiaco y otro en la arteria hepática.
El tamaño medio del resto de aneurismas fue de 23 mm (vease Fig.
3).
De los 13 pacientes,
1 caso fue susceptible de seguimiento,
5 requirieron cirugía y 7 fueron sometidos a tratamiento endovascular.
Se realizaron 5 embolizaciones con coils,
colocando stent en dos de ellas,
en un caso se colocaron espirales metálicas y en otro se procedió a la exclusión del aneurisma con stent recubierto (vease Fig.
4).
No hubo mortalidad asociada al procedimiento,
pero si complicaciones secundarias en dos casos: un infarto esplénico y un absceso esplénico que requirió tratamiento quirúrgico.