Dividiremos las diferentes entidades simuladoras de cólico renal (CR) en los siguientes subgrupos:
- enfermedades renales sin urolitiasis.
Cualquier patología que afecte al riñón o cause hidronefrosis podrá simular un cólico renal.
Una de las más frecuentes sería la pielonefritis (fig 1).
La TC sin contraste mostraría un aumento moderado del tamaño del riñón afectado y una trabeculación de la grasa perirrenal.
En la TC con contraste observaríamos áreas corticales hipodensas de disposición estriada.
El diagnóstico se confirmaría mediante urinocultivo.
Otro posible diagnóstico sería el absceso renal (fig 2) visible como una colección cortical hipodensa de bordes hipercaptantes y bien definidos en la TC con contraste.
Menos habitual es el diagnóstico de infarto renal (fig 3-4) en el que la TC con contraste muestra defectos de repleción intraluminal en las arterias renales,
así como áreas hipocaptantes en la cortical renal.
La estenosis pielo-ureteral (fig 5) puede causar síntomas parecidos al CR.
Destacarían en la TC: una dilatación pielo-caliciliar,
un cambio brusco de calibre en la unión pielo-ureteral y un calibre del uréter normal.
Los tumores renales (fig 6) serían visibles como lesiones focales o masas en la cortical renal,
sin o con afectación de la vía excretora,
y con posibles sangrados espontáneos.
Cuando se detecta un hematoma subcapsular o una hemorragia perirrenal aislados y sin antecedente que los justifique,
se debería excluir neoplasia subyacente.
El síndrome del cascanueces (fig 7) es causado por la estenosis de la vena renal izquierda a su paso entre aorta y arteria mesentérica superior. Afecta principalmente a mujeres jóvenes.
En la TC visualizariamos la marcada estenosis de la vena renal izquierda, unos vasos periureterales dilatados y tortuosos,
así como,
un plexo venoso parauterino ingurgitado.
Los síntomas de hematuria y dolor en flanco simularían CR.
- enfermedades ginecológicas.
La mayoría de los diagnósticos alternativos a CR estan en relación a masas anexiales,
principalmente quistes ováricos (hemorrágicos).
Otras posibilidades incluyen: abscesos tubo-ováricos,
quistes dermoides,
endometriomas,
neoplasias (ovario,
cérvix),
miomas (degenerados o torsionados) y embarazo ectópico.
- enfermedades intestinales.
Suponen aproximadamente el 10% de los diagnósticos alternativos.
La apendicitis (fig 8) como primera causa de abdomen agudo en pacientes jóvenes siempre debe de tenerse presente. Por TC identificaremos un apéndice aumentado de calibre,
con afectación de la grasa periapendicular y engrosamiento de las fascias peritoneales adyacentes.
En algunas ocasiones visualizaremos apendicolitos.
Otro diagnóstico habitual es la diverticulitis (fig 10) siendo los principales hallazgos por TC: la presencia de inflamación de la grasa pericolónica adyacente a los divertículos,
el engrosamiento mural de un segmento del colon,
el engrosamiento de las fascias peritoneales y los abscesos intramurales colónicos o intraabdominales.
Menos frecuente serían la enfermedad de Crohn (fig 11) y la invaginación intestinal (fig 14)
- enfermedades hepatobiliares y pancreáticas.
La colelitiasis (fig 12) puede ser un hallazgo incidental en el estudio del enfermo con sospecha de CR,
pero ocasionalmente puede justificar los síntomas del paciente.
La ecografía muestra mayor potencial diagnóstico que la TC en el diagnóstico de litiasis biliar.
La coledocolitiasis (fig 13) debe sospecharse cuando se establece la presencia de dilatación de la vía biliar y no se encuentra otra causa de dolor en flanco.
En este caso la ecografía y la RM son de gran utilidad.
La TC con contraste ha demostrado una sensibilidad del 92% en el diagnóstico de colecisititis.
La pancreatitis puede manifestarse como dolor en flanco izquierdo y puede imitar al CR.
La TC con contraste es de utilidad en la evaluación de sus complicaciones.
- enfermedades vasculares.
Incluiriamos en este apartado la patología aórtica aguda: disección y rotura aneurismática.
Así como la patología de arteria y vena mesentericas.
- enfermedades musculo-esqueléticas.
El diagnóstico diferencial más frecuente se establecería con el dolor lumbar mecánico.
Aunque en la situación clínica adecuada se podría sospechar: mieloma múltiple,
metastasis óseas y / o hematoma psoas.
- miscelánea.
La apendagitis (fig 9) y el infarto omental suponen otro posible diagnóstico alternativo al CR.
La visualización por TC de una lesión ovoidea de densidad grasa en el margen antimesentérico del colon,
con aumento de la trabeculación y densidad de la grasa intraabdominal adyacente,
establecerá el diagnóstico.