Pielonefritis aguda bacteriana
La radiografía simple de abdomen suele ser realizada como estudio de screening inicial ante la sospecha de pielonefritis.
Permite detectar gas y calcificaciones en el tracto urinario.
Los hallazgos en la urografía excretora incluyen el agrandamiento renal,
un nefrograma retrasado y la posible dilatación de la vía excretora urinaria.
Sin embargo,
actualmente es una técnica en desuso debido a limitaciones tales como la incapacidad para caracterizar masas renales y el parénquima renal o su dependencia de la función renal,
de modo que el TC ha desplazado en gran medida esta exploración.
En ecografía la mayoría de los casos de pielonefritis no presentan alteraciones patológicas.
En otros casos,
muestra agrandamiento renal,
hidronefrosis (Fig.
1),
pérdida de la diferenciación córtico-medular renal,
aumento o disminución en la ecogenicidad del parénquima renal por hemorragia o edema (Fig.
2),
así como áreas de hipoperfusión mediante estudio Doppler color o power Doppler (Fig.
3).
En ocasiones,
los focos de pielonefritis pueden tener apariencia de masa.
La TC es la técnica de elección para la evaluación de las pielonefritis.
La TC sin contraste es excelente para identificar gas en el tracto urinario,
cálculos,
hemorragia (Fig.
6) y dilatación de la vía excretora.
Tras la administración de contraste intravenoso se identifican áreas de menor realce en forma de “cuña” con extensión córtico-medular y base periférica,
representando los focos de pielonefritis (Fig.
5).
La fase excretora,
realizada entre 3 y 5 minutos tras la administración del CIV,
debe ser realizada ante la sospecha de obstrucción urinaria.
También con TC se evalúan los signos secundarios a la inflamación renal y sus complicaciones,
incluyendo trabeculación de la grasa perirrenal,
engrosamiento de la fascia de Gerota y formación de abscesos.
En TC los abscesos se presentan como colecciones de baja atenuación,
intra o perirrenales,
con ausencia de realce central y realce periférico en anillo (Figs.
8,
9 y 10).
En ecografía aparecen como masas hipoecoicas con refuerzo acústico posterior,
sin flujo interno detectable mediante Doppler color (Fig.
7).
Pielonefritis crónica
Los hallazgos radiológicos característicos son la existencia de una cicatriz renal con adelgazamiento cortical,
hipertrofia del parénquima respetado y dilatación calicial por retracción con asimetría renal (Fig.
11).
Pionefrosis
Es un sistema excretor infectado y obstruido que generalmente se presenta dilatado.
La ecografía puede mostrar dilatación del sistema pielocalicial ocupado por material ecogénico y niveles líquido-líquido (Fig.
12).
En TC se puede identificar engrosamiento de la pared de la pelvis renal superior a 2 mm,
cambios inflamatorios perirrenales o parenquimatosos y dilatación de la vía excretora con contenido de mayor atenuación que la orina normal (Fig.
13).
Pielonefritis enfisematosa
Se trata de una infección necrotizante de los riñones caracterizada por la formación de gas intrarrenal o perirrenal.
La radiografía convencional muestra colecciones de gas sobre la silueta renal o en el espacio perirrenal.
En ecografía se identifica riñones aumentados de tamaño con focos ecogénicos en el interior del parénquima renal o en el sistema colector.
Estos focos ecogénicos presentan sombra acústica posterior con reverberaciones denominada “sombra sucia”.
Los hallazgos en TC incluyen agrandamiento y destrucción del parénquima renal,
burbujas aéreas y colecciones líquidas.
Se puede distinguir dos tipos de pielonefritis enfisematosa con distintos pronósticos: la tipo I se caracteriza por destrucción del parénquima renal con presencia de gas,
sin colecciones líquidas intra ni perirrenales (Fig.
14),
y la tipo II con colecciones renales o perirrenales asociadas a burbujas aéreas.
La tipo I tiene una evolución clínica mucho más agresiva con mayor morbi-mortalidad que la tipo II.
La pielitis enfisematosa es una forma menos agresiva de infección enfisematosa que se diagnostica ante la presencia de gas en el sistema colector renal.
Pielonefritis xantogranulomatosa
Es un proceso granulomatoso crónico y destructivo,
inducido por infecciones recurrentes del tracto urinario.
El hallazgo característico en radiografía es la presencia de un gran cálculo coraliforme,
asociado a un aumento de tamaño de la silueta renal y borramiento del contorno del psoas (Fig.
15).
En la urografía excretora existe una disminución de la función renal con ausencia de excreción del contraste intravenoso.
La ecografía muestra un agrandamiento renal con un gran cálculo amorfo con sombra acústica en la pelvis renal,
asociando pérdida de la ecoestructura renal y dilatación calicial (Fig.
16).
En TC se identifica severo aumento del tamaño renal con un cálculo coraliforme central,
dilatación de los cálices por infiltrados inflamatorios,
sustitución del parénquima renal por colecciones y cambios inflamatorios en la grasa perirrenal (Fig.
17 y 18).
Pueden aparecer complicaciones tales como abscesos en el psoas o fístulas cutáneas o colónicas.
Tuberculosis renal
El tracto urinario es la localización extrapulmonar más frecuente de la tuberculosis,
resultado de la diseminación hematógena.
El sistema colector muestra engrosamiento,
ulceración y fibrosis con estenosis.
La formación de estenosis en la vía urinaria puede dar lugar a áreas sin excreción dependientes de un cáliz,
“cáliz fantasma”,
pudiendo asociar caliectasia.
Característicamente se forman cavidades en la corteza renal por necrosis del parénquima,
que pueden comunicar con el sistema colector.
Las lesiones parenquimatosas dan lugar a cicatrices córtico-medulares e irregularidades en el contorno renal.
Es frecuente la presencia de calcificaciones,
que pueden ser granulares,
amorfas o curvilíneas,
y típicamente en el parénquima renal,
llegando a reemplazar parte o todo el parénquima renal en fases avanzadas: “autonefrectomía”.
La afectación ureteral se manifiesta mediante extensas estenosis e irregularidad dando lugar al uréter “en sacacorchos”.
El hallazgo más común en la cistitis tuberculosa es la reducción de su capacidad,
con una vejiga pequeña,
irregular,
con cicatrices y fibrosis así como calcificaciones.
Los hallazgos radiológicos incluyen estenosis pelvi-infundibulares,
masas corticales de baja atenuación,
cicatrices y calcificaciones renales (Fig.
19).
La combinación de tres o más hallazgos es altamente sugestiva de tuberculosis renal.