La gran mayoría de los cuerpos extraños que se ingieren avanzan por el tracto intestinal sin causar complicaciones,
especialmente si consiguen atravesar el esofago.
Sólo menos del 1% provoca una perforación intestinal y suele tratarse de objetos alargados y afilados,
como palillos de dientes,
espinas,
agujas o huesos de pollo,
entre otros.
Las perforaciones se pueden dar en cualquier punto del tracto digestivo,
pero son más frecuentes en aquellos segmentos con una angulación cerrada,
como el píloro (Fig. 1),
el ángulo de Treitz y la unión rectosigmoidea (Fig. 2).
Se han descrito numerosos factores de riesgo en la ingestión de cuerpos extraños: alcoholismo,
patología psiquiátrica,
personas en los extremos de la vida...
Especialmente significativa es la relación con personas que usan dentadura postiza,
ya que ésta elimina la sensación táctil del paladar,
que actúa como mecanismo protector.
En algunas culturas,
como la china,
es más frecuente la ingestión de espinas por la costumbre de comer pescado sin retirar antes éstas.
La clínica en estos casos es muy variable y pueden ser síntomas agudos o crónicos.
Los pacientes a menudo no recuerdan el antecedente de ingestión de pescado y el diagnóstico se suele retrasar ya que incluso pueden pasar meses entre la ingestión y la perforación.
Las espinas se quedan bloqueadas en un segmento estrecho del intestino,
erosiona la mucosa y produce una diseminación bacteriana con su consecuente infección.
Si el proceso avanza puede provocar una perforación de la pared (Fig. 3) y absceso extramural,
que puede terminar en un abdomen agudo si no se controla (Fig. 4) .
El punto de la perforación es muy pequeño y se cubre con fibrina,
omento y asas intestinales,
lo que evita que exista un neumoperitoneo extenso.
HALLAZGOS RADIOLOGICOS
La utilidad de la radiografia simple de abdomen depende de la densidad de la espina.
Al parecer ésta varía según la especie de pescado,
pero incluso cuando son suficientemente densas para verse,
pueden pasar desapercibidas por superposición de líquido o tejidos blandos.
El bacalao,
el salmón y el gallo,
entre otros,
tienen un esqueleto radio-opaco,
mientras que las espinas de caballa o arenque tienen poca densidad y se visualizan con dificultad incluso en una endoscopia.
Al contrario que las espinas de pescado,
los huesos de pollo (cuerpos extraños muy similares) son casi siempre radio-opacos.
Las densidades cálcicas sutiles se visualizan mejor si se emplea un kilovoltaje bajo (70 Kv) y se realiza la radiografia en supino.
Otro inconveniente es la visualización de gas extraluminal en el caso de que exista perforación,
pues no suele estar presente en gran cantidad y casi nunca suele distinguirse bajo las cúpulas difragmáticas.
La TC es superior a la radiografía ya que además de detectar el área intestinal patológica,
permite identificar la causa.
Como en cualquier otra perforación,
se aprecia engrosamiento parietal de un segmento intestinal,
neumoperitoneo localizado,
infiltración grasa regional y obstruccion intestinal.
Las espinas típicamente se visualizan como imagenes lineales de densidad calcio en el interior de un área inflamatoria (Fig. 5) .
A pesar de todo ello,
hay un número importante de casos que se diagnostican intraoperatoriamente.
El uso de contraste,
tanto oral como intravenoso dificulta la visualización de cuerpos extraños en general.
Resultan muy útiles la visualización del estudio en los tres planos y un grosor de corte adecuado (de unos 7 mm resulta suficiente).
La ecografía tiene un papel muy limitado en estas situaciones,
dada la dificultad de encontrar una imagen de escasos milímetros en todo el abdomen.
En nuestra experiencia,
resulta útil como estudio retrospectivo para confirmar los hallazgos de TC y diferenciarlo de posibles artefactos,
o bien en casos de lesiones muy superficiales (Fig. 6).
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